La mañana del día 13 de octubre, viernes, los participantes del Simposio se dividieron en 6 grupos lingüísticos (inglés, francés, español, italiano, portugués y polaco) para asisitir a diversas conferencias sobre nuestro Carisma Vicenciano. La segunda programada para el grupo de lengua española estuvo a cargo de Margarita E Henao M, miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl en Medellín, Colombia. Perteneciente a la Vicepresidencia Internacional para América del Sur. Encargada de la Formación de los socios vicentinos en América Latina:
1. Nuestro punto de partida
Debemos iniciar con el conocimiento mutuo, realizado desde nuestra condición de católicos y vicentinos.
Como católicos debemos buscar en nuestras fuentes: Qué nos dice Dios a través de su Hijo y su Palabra, leer el Antiguo y Nuevo Testamento, reflexionar y seguir sus enseñanzas.
Como vicentinos: Consultar a San Vicente preguntándole “tú qué harías”?, leyendo y comprendiendo nuestro carisma .
Primer paso: ¿quién es el migrante?
Para atender al migrante debemos tener una idea clara de él, es bueno o malo ser migrante?, son invasores de nuestras tierras o personas que guiadas por la necesidad dejan sus tierras y buscan nuestra ayuda para encontrarse de nuevo?
- Como católica consulto el Antiguo Testamento y encuentro lo siguiente:
El Señor habla con Abrán en Génesis 15, 7 y le dice: “Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra”, luego en Génesis 15, 13 “Tienes que saber que tu descendencia vivirá como forastera en tierra ajena” y en Génesis 15,16, “Solo a la cuarta generación tus descendientes volverán a esta tierra, porque todavía no ha llegado al colmo la maldad de los amorreos”.
Entendemos entonces que Dios envió a Abrán a la conquista de nuevas tierras, con el fin de multiplicar su descendencia y asegurarse de que tendrían suficientes recursos para sobrevivir y además les promete que su generación volverá a la tierra para liberarlos de la maldad de los amorreos.
En Éxodo 3, 7-10 el Señor habla con Moisés: “El Señor le dijo: He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a liberarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel, el país de los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, heveos y jebuseos. La queja de los israelitas ha llegado a mí, y he visto cómo los tiranizan los egipcios. Y ahora, anda, que te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas”.
Dios ordena a Moisés dirigir la migración del pueblo judío para salvarlos de la opresión de los egipcios, y no solo ordena su salida de Egipto, sino que también piensa en su reubicación en territorios ocupados por otras personas en los que pudieran desarrollar su plan de vida.
El Papa Francisco envía un mensaje a Blanca Alcalá, presidenta del Foro “Diálogo Parlamentario de Alto Nivel sobre Migración en América Latina y el Caribe: Realidades y Compromisos rumbo al Pacto Mundial, en el que pide trabajar para “colocar en el centro a la “persona’” porque “ésta no es un mero número ni un ente abstracto sino un hermano o hermana que necesita sentir nuestra ayuda y una mano amiga”. - En mi búsqueda Vicentina encuentro que en la época de San Vicente aparecen las personas sin hogar, producto de la guerra y él expresa lo siguiente:
“…. ¡Dios mío! ¡Qué hermoso sería ver a los pobres, considerándolos en Dios y en el aprecio en que los tuvo Jesucristo! Pero, si los miramos con los sentimientos de la carne y del espíritu mundano, nos parecerán despreciables” (XI, 725).
“Pero a los hombres, a los pobres, los vemos con los ojos de la carne, están ahí, y podemos meter el dedo y la mano en sus llagas, y las huellas de la corona de espinas son visibles en sus frentes; aquí ya no cabe incredulidad, y deberíamos caer a sus pies y decirles con el Apóstol: «Tu es Dominus et Deus meus»: vosotros sois nuestros amos y nosotros seremos vuestros servidores, vosotros sois para nosotros las imágenes sagradas de ese Dios al que no vemos, y, no sabiendo amarle de otro modo, lo amaremos en vuestras personas. […]” Federico Ozanam
En la carta que escribe Federico Ozanam a un amigo expresa de manera contundente lo siguiente: “Como las personas son iguales en su destino, la sociedad les debe igual protección, con una preferencia manifiesta para los más amenazados y los más débiles. Y es el cristianismo, quien puede dar las bases para una sociedad que condene todas las opresiones, todas las desigualdades y todas las hostilidades del mundo antiguo, pues la democracia se encuentra viviente en el Evangelio de Jesucristo Nuestro Señor”.
Conclusiones:
- La palabra de Dios me lleva a pensar que si Dios ordenó las diferentes migraciones de su pueblo, entonces no podemos mirar al migrante como un ser malo que procede equivocadamente, sino como una persona en búsqueda de su liberación por medio de nuevas oportunidades y mejores condiciones de vida.
- San Vicente de Paúl me dice que debo considerar a los pobres en Dios y con el amor que los trató Jesucristo.
- Federico Ozanam me dice que debo encontrar al Jesús sufriente en cada uno de los migrantes y ellos son nuestras imágenes de Dios y que debemos tener preferencia por los mas amenazados y débiles.
- El Papa Francisco describe a los migrantes como seres dignos, que deben ser tratados con amor y consideración
Segundo paso: conocer al migrante.
Un paso inicial en esta preparación es el conocimiento integral del migrante: sus creencias, costumbres, orígenes, idiomas, dialectos etc. Es decir el conocimiento del migrante desde todas sus dimensiones. Nuestra actitud en este paso es de escucha, con la mente abierta al descubrimiento de nuevas experiencias y sin emitir juicios. El migrante debe ser el emisor de la comunicación y nosotros los receptores. Él es quien nos enseña.
En aquella época San Vicente supo que estaban refugiados en París muchos pobres católicos irlandeses, desterrados por su fe y reducidos a gran miseria. Un día llamó a uno de los padres de su congregación, irlandés de nacimiento, y le preguntó qué creía que podía hacerse por esos pobres refugiados de Irlanda: “¿No habría algún modo de reunirlos para consolarlos e instruirlos? Ellos no entienden nuestra lengua; los veo como abandonados. Esto me toca el corazón y me da mucha compasión por ellos”. Aquel buen padre respondió que haría todo lo posible por ello, y el padre Vicente le contestó: “Dios le bendiga. Tome, aquí tiene diez pistolas (8); vaya en nombre de Dios y déles el consuelo que pueda” (III,134 s.).
“El diálogo es fundamental para fomentar la solidaridad con los que han sido privados de sus derechos fundamentales, como también para incrementar la disponibilidad para acoger a los que huyen de situaciones dramáticas e inhumanas”. Papa Francisco.
Este diálogo debe hacerse individual por familia y dejarse asentado en formatos individuales (Como una visita domiciliaria).
Dimensiones en que se debe conocer al migrante:
- Dimensión ética: Entender cuál es su capacidad para tomar decisiones a partir de la libertad. Es muy importante conocer qué es lo ético para él según su formación y qué no lo es. Por ejemplo algunos pueblos o etnias no permiten a las mujeres expresarse.
- Dimensión Espiritual: Conocer cuáles son los valores espirituales que le dan sentido a su vida.
- Dimensión cognitiva: Según su formación cuales son las potencialidades que le permiten entender, aprender, construir y hacer. Por lo general los dirigentes de las naciones oprimidas no permiten a su pueblo desarrollar esta dimensión
- Dimensión afectiva: La vivencia de emociones, sentimientos, sexualidad y su relación con los demás. La expresión de los sentimientos no solo depende de la formación recibida, sino también de la forma de vida que éstos hayan tenido.
- Dimensión comunicativa: Representación de significados, interpretación y acción con otros. Aquí tenemos las dificultades por manejo de diferentes idiomas, dialectos y hasta modismos.
- Dimensión estética: Capacidad para interactuar con sí mismo y los demás desde la sensibilidad, permitiendo apreciar la belleza y expresar su mundo interior. El concepto de belleza para las culturas es muy relativo, cuando se mezclan las culturas se adoptan nuevos códigos de belleza que producen frustración en los migrantes.
- Dimensión corporal: Manifestación de sí mismo desde y con su cuerpo. Comprende las diferentes expresiones corporales de su cultura. Por ejemplo los bailes, la exposición de su cuerpo, etc
- Dimensión socio-política: Capacidad para vivir entre y con otros, para trasformar el entorno social. Nos deben comunicar cuales derechos creen tener y como atenderán a sus deberes.
Tercer paso: darnos a conocer al migrante.
De igual manera debe mantenerse una comunicación fluida con el migrante, hecha con humildad, compartiendo vivencias y usando una comunicación no solo verbal sino también escrita acompañada de imágenes y signos.
Debemos recorrer las dimensiones anteriormente descritas, ya en actitud de compartir y pensando en la pronta adaptación del migrante al medio que lo recibe.
Explicar al migrante las características de la población (las dimensiones) del lugar en que va a residir). Muchos de los inmigrantes son ubicados en ciudadelas aisladas o en barrios periféricos de las grandes ciudades, sin integrarlo con las personas nativas de la región que donde están viviendo. Eso ha llevado a su aislamiento y ha creado una barrera que separa las dos culturas. Es de vital importancia que el inmigrante conozca sus derechos y deberes para no crear roces en la sociedad.
Esta instrucción debe darse a cada familia o por grupos ya sea de mujeres, hombres, niños, de una misma población.
La Regla de la Sociedad de San Vicente de Paúl dice en su artículo 1.2: La vocación de los miembros de la Sociedad, llamados consocios Vicentinos, es seguir a Cristo, a través del servicio a los que lo necesitan, y de esta forma ser testigos de Su amor compasivo y liberador. Los consocios realizan su entrega mediante un encuentro de persona a persona.
Cuarto paso: Acompañar al migrante en la búsqueda de su autopromoción.
El Padre Federico Carrasquilla en su libro “Escuchemos al pobre”, propone estas actitudes que deben aparecer en toda actividad que se desarrolle con el pobre:
- Darle prioridad a la relación interpersonal de respeto, valoración, comprensión. Es el punto de partida de toda actividad con el pobre porque es el núcleo y el centro que toca su situación. De lo que se trata es de aplicar una pedagogía donde partiendo de la valoración, se le promueva a que enfrente la solución de sus necesidades. Por consiguiente, hay que hacerle sentir los valores y las posibilidades que tiene y desde ahí, ayudarle a que luche contra lo que lo destruye.
- Enfrentar ante todo sus necesidades básicas. Las necesidades básicas son el hogar, el trabajo y el futuro. El trabajo que da alimento, casa, salud y educación. La falta de solución a las necesidades básicas, es mala de por sí, aunque la persona no sea consciente de ello. Es simplemente empezar por crear las condiciones mínimas para una existencia humana.
- En la ayuda al pobre hay que distinguir entre dar y compartir, entre asistir y ayudar. Cuando se da, siempre se parte de una desigualdad y normalmente crea dependencia, porque no permite que la persona que recibe asuma su propia vida. El dar no crea fraternidad. Por el contrario: acostumbra a la persona a depender del otro y por eso cuando el otro no responde a sus demandas, la persona que pide se enfada y se va contra el que le ha dado.
En cambio, el compartir crea fraternidad sin dependencia, porque reconoce una igualdad y el valor del otro. En el compartir se reconoce que lo que a mí me sobra, o lo que no necesito vitalmente, pertenece al otro, al que carece. Es reconocerle un derecho. Por lo tanto las ayudas auténticas son las que se hacen dentro de un contexto de compartir. La beneficencia en sí misma tiene el problema de que se da pero no se comparte. También se debe tener presente la diferencia entre asistir y ayudar.
Asistir parte de una desigualdad donde uno toma al otro bajo su protección. Se asiste al que no puede valerse por sí mismo. En cambio, la ayuda se proporciona a toda persona, porque todos necesitamos ayuda. En el asistir, el otro, es sujeto pasivo, porque se le solucionan los problemas. En la ayuda, se colabora con lo que el otro no puede, y como a la postre todos necesitamos ayuda, no se crea desigualdad. Tanto el rico como el pobre, el inteligente como el ignorante, necesitan ayuda.
Una ayuda que no promueva la persona, casi que no sirve, porque termina quitándole al pobre su dignidad y el dominio sobre su propia vida. Lo cual es muy típico de las actividades con el pobre, porque la asistencia y la protección al pobre hacen sentir al promotor como protagonista, salvador o redentor. No es frecuente que se plantee un trabajo con el pobre desde el pobre mismo.
2. El itinerario de Emaús (Mc 16.12-13)
Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. Entonces él les dijo: !!Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
Tristemente hoy la experiencia de Emaús se repite en los migrantes. Ellos como Cleofás y su amigo vienen de vivir una experiencia de frustración. Los de Emaús han perdido la fe en Jesús. Inician el camino de retorno hacia su aldea (hacia su exilio). Aquel en quien habían puesto su esperanza murió y los dejó vacíos: «Nosotros esperábamos que él fuera el que iba a liberar a Israel» (Lc 24,21). Ellos dos, como muchos de su tiempo, alentaban la idea de un mesías poderoso en obras y palabras, capaz de revertir la situación de opresión que vivía Israel bajo el yugo romano. Los migrantes emprenden el camino hacia nuestros países (hacia su exilio), con la desesperanza causada por el derrumbe de toda su vida, sus creencias, su historia, la pérdida de sus bienes materiales, su familia y llegan hasta nosotros con sus almas vacías.
Jesús entonces se aparece a los caminantes, les pregunta qué les pasa, se interesa por ellos y luego de escucharlos, les recuerda las promesas de Dios a sus antepasados y les devuelve la esperanza. De igual manera debemos caminar al lado de los migrantes, ayudarles a recuperar su autoestima, que ellos vuelvan a creen en sus valores para que de nuevo recuperen la esperanza. Compartir las vivencias, entender nuestras dimensiones humanas permitirá que se abran sus ojos y ambos, ellos y nosotros encontremos a Cristo en los de nuestro prójimo.
Empezará entonces con nuestra compañía la adaptación a una nueva vida que llevará al migrante a la transformación en un nuevo pueblo.
3. ¿Cómo haremos esto?
Educación – Comunicación al migrante.
- Se debe iniciar con un grupo de personas jóvenes enseñando a los migrantes la utilización de computadores, telefonía celular y otros medios de comunicación que agilicen el aprendizaje del idioma.
- Deberán implementarse métodos de enseñanza ágiles, que permitan la educación a distancia en corto tiempo.
- El diseño de módulos audiovisuales, con ejemplos prácticos y más imagen que escritura, permitirá una mejor comprensión.
- Visitas a diferentes centros de interés (culturales, deportivos, gubernamentales y otros)
Educación – Comunicación al pueblo receptor.
- Elaboración de revistas para incluirlas en los periódicos locales
- Presentación de programas de televisión ilustrativos de las características del grupo migrante
- Programas de concientización en los diferentes estamentos de la sociedad (la Iglesia, el Gobierno, la Universidad, las escuelas y otros)
Educación – Comunicación para los dos.
- Programas de intercambio culturales, recreativos y otros, por grupos de edades, para mujeres y hombres, por profesiones, etc.
- Realización de foros con intercambios de experiencias y opiniones.
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