Is 61, 1-2a.10-11; Lc 1, 46-50.53-54; 1Tes 5, 16-24; Jn 1, 6-8.19-28.
“¡Estén siempre alegres en el Señor!”.
Ya se aproxima la Navidad y las lecturas de este día nos ofrecen dos personajes: Isaías y Juan el Bautista, para reflexionar sobre la alegría, el testimonio, la luz, el Espíritu y la humildad.
En la primera lectura, el profeta Isaías utiliza imágenes elocuentes para invitarnos a la alegría, pues, ¿quiénes sino los pobres están más necesitados de recibir Buenas Noticias?, ¿quiénes sino los de corazón quebrantado necesitan ser curados; quiénes, sino los cautivos necesitan el perdón y los prisioneros quienes necesitan la libertad? Y el reconocer estas necesidades y mirar la vida con fe y esperanza es lo que dispone nuestros corazones para esta gran alegría que se avecina.
En el Evangelio, es Juan quien nos comunica la proximidad del mesías; con su propio testimonio de vida nos anuncia la llegada de la luz que es Cristo, aclarando a sus interlocutores (los sacerdotes y los levitas) quién es él y a quién anuncia. Él sabe que no es el mesías, ni Elías, ni el Profeta, pero que es “La voz que grita en el desierto…” Es decir, es alguien que ha aprendido el camino de la humildad, alguien que no desfallece aunque pareciera que nadie escucha su mensaje, que a nadie le interesa o que la realidad contradice su anuncio; alguien que sabe en quién ha puesto su esperanza y que está dispuesto a “venderlo todo” por obtener la Perla de gran valor: Jesucristo.
¡Que el Espíritu nos alcance la convicción, la humildad, la coherencia y la alegría de estos grandes profetas de la Navidad!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Catalina Carmona Librado, HdC
Muy bueno ayuda mucho en la reflexion de grupo p