Is 40, 1-5.9-11; Sal 84; 2 Pedro 3, 8-14; Mc 1, 1-8.
“Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”
La liturgia nos sigue invitando a prepararnos para la venida del Señor con imágenes muy elocuentes: preparar el camino, construir una calzada, elevar los valles y rebajar las colinas, enderezar lo torcido y allanar lo escabroso… Es decir, el mensaje de Dios es claro y nosotros de alguna manera sabemos cómo preparar el camino de su venida:
- Qué calzadas hemos de construir en el desierto de nuestras vidas; es decir, qué relaciones hemos abandonado, descuidado o contrariado (familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, ) y que necesitamos construir o reconstruir.
- Qué valles necesitamos elevar, qué prácticas de piedad, valores o buenas costumbres, hemos abajado o rebajado en nuestras vidas, en su calidad o en su frecuencia y que necesitamos
- Qué actitudes en nuestras relaciones diarias, constituyen ahora colinas u obstáculos a rebajar: orgullo, egoísmo, vanidad, soberbia, superficialidad, vicios…
- Qué de nuestra vida se ha torcido, se ha desviado, se ha ido por caminos que no nos llevan al encuentro con Dios y con nuestros hermanos.
- Qué necesitamos allanar, alisar o aplanar; qué obstáculos o estorbos hemos de retirar: ¿un carácter “rasposo”?, ¿un trato “áspero”? ¿un ceño“fruncido”?
Pero… ¿estamos dispuestos? Ojalá que sí. Y que la oración colecta de hoy sea nuestra motivación: “Que ninguna ocupación terrena sirva de obstáculo a quienes van presurosos al encuentro de tu Hijo”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Catalina Carmona Librado, HdC
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