Dichosos los que al llegar el Señor estén en vela.
Rom 5, 12.15.17-19.20-21; Sal 39; Lc 12, 35-38.
En la oscuridad luminosa de la fe tendremos que caminar muchas veces nosotros los seguidoresde Jesús. Una espera sin angustia neurótica. Nuestra esperanza en la vida eterna no es para nosotros una obsesión que produzca ansiedad. Es una espera en la confianza y en la serenidad. En este momento de la historia,¡cuánto nos cuesta vivir en actitud de espera! Es lo rápido y lo fácil a lo que el mundo nos va acostumbrando. La paciencia es la virtud de los santos de hoy.
Los cristianos esperamos lo que ya poseemos en garantía por la fe que es el fundamento de nuestra esperanza. Y la esperanza mantiene y reaviva el amor, por eso nuestra espera es productiva, inventiva y alegre. Por eso un gran hombre de Dios, San Juan de la Cruz, percibió en la “noche oscura” la presencia luminosa de Dios. Oh noche que guiaste, Oh noche amable más que la alborada; oh noche que juntaste, amado con amada, amada en el Amado transformada.
En medio de tantas situaciones de muerte y de oscuridad, el Señor Jesús nos invita a mantenernos despiertos, animosos, esperanzados en el Aquel que venció la muerte y nos llenó de vida y de esperanza.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín, cm
Linda reflexión, llamada a mantener una Esperanza feliz y Serena.
Amén