Rom 1, 16-25; Sal 18; Lc 11, 37-41.
Den limosna y todo lo de ustedes quedará limpio
Jesús va de camino a Jerusalén y va haciendo una serie de recomendaciones que les permitan a sus seguidores no caer en actitudes de grandeza, de apariencia o de buscarse a sí mismos. El peligro de poner todo el empeño en las cosas externas y de sentirse demasiado satisfechos de su propia “santidad”.
Sabemos que “lo de dar limosna” es uno de los temas preferidos del evangelista san Lucas, pero nos ayudará hacernos algunas preguntas: ¿Dar limosna de lo que tienes? ¿Darse a uno mismo, dar su tiempo, su interés? ¿Dar desde dentro, con el corazón, y no sólo con la apariencia exterior? Todos estos y otros significados se suman en ese “den limosna”. Jesús nos pide que demos de lo que somos y tenemos, de aquello que los demás necesitan de nosotros.
Nuestro peligro hoy también es aquel de ir haciendo las cosas por rutina, por costumbre, pero sin preguntarnos con seriedad y con relativa frecuencia: ¿por qué hago lo que hago? ¿Cuál es su sentido? ¿Qué me motiva a realizar tales acciones? ¿Cuál es el valor que está detrás de todo lo que hago?
Señor Jesús, Tú nos enseñas a ser desprendidos.
Nos lo dijiste: Hay más alegría en dar que en recibir. Danos tu gracia para experimentar esa verdadera alegría.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín, cm
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