Jon 1, 1-2, 1,11; Sal: Jon 2, 3-8; Lc 10, 25-37.
Vete y haz tú lo mismo
Nada mejor para comprender lo que es ser cristiano que aquella célebre leyenda que refiere Albert Camus: San Dimitri “estaba citado en la estepa con el propio Dios en persona y se apresuraba a llegar a la cita cuando se encontró con un campesino cuyo carro se había atascado. Entonces san Dimitri le ayudó. El barro era espeso y el hoyo profundo. Hubo que forcejear durante una hora. Y cuando por fin acabó, san Dimitri corrió a la cita. Pero Dios no estaba ya”. Y Camus concluye: “Siempre habrá quien llegue tarde a las citas con Dios, porque hay demasiadas carretas en el atolladero y demasiados hermanos que socorrer”.
Muchos santos –y entre ellos san Vicente de Paúl– como si hubieran conocido con anticipación la queja de Camus había dicho a las Hijas de la Caridad: “Si fuera voluntad de Dios que tuvieseis que asistir a un enfermo en domingo, en vez de ir a oír misa, aunque fuera obligación, habría que hacerlo. A eso se la llama dejar a Dios por Dios”.
“Dejar a Dios por Dios”: con esa frase responde san Vicente de Paúl a ti y a mí. Nunca llegaremos tarde a la cita con Dios cuando nos detenemos a sacar tantos carros del atolladero. Es decir, a atender a tantos heridos tirados en los bordes de los caminos “Dejar a Dios por Dios no es dejar a Dios”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín, cm
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