Bar 4,5-12.27-29; Sal 68; Lc 10, 17-24.
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra
El Papa, hablando a una comunidad parroquial, les decía: Leyendo el evangelio encuentro en los apóstoles… que algunos eran violentos y querían incendiar un pueblo que no los había recibido. Tenían tantos pecados: traidores, pecadores, cobardes, pero no encuentro uno: que fueran chismosos, no hablaban mal de los demás, no se desplumaban unos a otros. Yo pienso a nuestras comunidades. Cuántas veces aparece este pecado, el pecado de quitarse la piel el uno al otro, de hablar a espaldas, de creerse superiores y hablar mal a escondidas. Esto en el evangelio ellos no lo han hecho, han hecho cosas malas, han traicionado al Señor, pero esto, no. Pero, una comunidad donde hay chismosos es una comunidad que es incapaz de dar testimonio. Yo diré solamente esto: ¿Quieren una parroquia perfecta? Nada de chismes. Si tú tienes algo contra otro ve y díselo a él en su cara o díselo al párroco, pero no entre ustedes.
Pero aquello que destruye, como el gusano, una comunidad son los chismes, hablar a espaldas. Cuando tengas ganas de chismorrear mejor muérdete la lengua, se te hinchará, pero vas a hacer mucho bien.
Dejarnos de chismes y dedicarnos a la alabanza y al agradecimiento para con Dios, es la oración más perfecta.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín, cm
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