La cosecha es abundante pero los trabajadores pocos
Nhe 8, 1-4.5-6.7-12; Sal 18; Lc 10, 1-12
Recuerdo lo que una mamá conversaba con su hijo cuando él le manifestó su inquietud por entrar al seminario: Hijo, ¿por qué quieres irte al seminario? Vas a estar lejos de nosotros y qué vas a hacer allá tú solo entre personas desconocidas que no te van a cuidar y a atender como yo lo hago contigo aquí en la casa. Está bien que quieras estudiar, y yo y tus hermanos te vamos a apoyar, si quieres seguir estudiando, pero métete de abogado, de dentista, o no sé qué otra carrera, pero busca algo que te deje dinero para ti y para nosotros, ya ves que desde que tu papá faltó estamos muy pobres y necesitamos dinero para vivir mejor.
¿Qué piensas de esta mamá? Dice el Papa Francisco: El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada.
¿No estará aquí uno de los motivos por el cual los jóvenes hoy no logran escuchar la voz de Dios?
Nuestro mundo necesita de testigos valientes que como aquellos primeros discípulos: dejándolo todo lo siguieron. San Vicente de Paúl decía: La Iglesia es como una gran mies que requiere obreros, pero obreros que trabajen.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín, cm
0 comentarios