Apc 12, 7-12; Sal 137, 1-5; Jn 1, 47-51.
«Se lo aseguro: Verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre”, les dice Jesús a sus primeros discípulos. Hay, para el cielo, una puerta abierta (Jn 10, 7) que se llama Jesucristo. Y los ángeles bajan y suben por él para ser nuestros ayudadores y padrinos. Hoy celebramos la fiesta de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
Del primero (Miguel significa “¿Quién como Dios”) nos habla el libro de Daniel y el Apocalipsis. De Gabriel (significa: fortaleza de Dios) nos habla en dos ocasiones el libro de Daniel y el evangelio de san Lucas; a Gabriel le toca traer la mejor Noticia a la Virgen María. Y de Rafael, (cuyo nombre significa “medicina de Dios”) nos habla, de hermosa y larga manera manera, el libro de Tobías. No necesitamos ovnis que nos traigan noticias extraterrestres. El cielo –que es Dios– está poblado de ángeles y de bienaventurados. No estamos solos. Por el Espíritu de Jesucristo estamos en comunión con ellos.
En algunos lugares ha vuelto hoy la especial devoción al arcángel san Miguel, como en los revueltos tiempos de León XIII, que clamaba: “San Miguel arcángel, defiéndenos en el combate contra las maldades e insidias del demonio… “Oh Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, invocamos vuestro santo nombre, e imploramos con solicitud vuestra clemencia, para que, por la intercesión de María Inmaculada siempre Virgen, Madre nuestra, y del glorioso arcángel San Miguel, os dignéis socorrernos contra Satanás y contra todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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