Novena a San Vicente de Paúl: Sexto Día

por | Sep 23, 2017 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS 
400 años del carisma vicentino

Señor, Padre Misericordioso, que suscitaste en San Vicente de Paúl una gran inquietud por la evangelización de los pobres, infunde tu Espíritu en los corazones de sus seguidores.
Que, al escuchar hoy el clamor de tus hijos abandonados, acudamos diligentes en su ayuda “como quien corre a apagar un fuego”.
Aviva en nosotros la llama del carisma que desde hace 400 años anima nuestra vida misionera. Te lo pedimos por tu Hijo, “el Evangelizador de los pobres”, Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padre Nuestro…

ORACIÓN A LA VIRGEN
(De los escritos de San Vicente de Paúl)

Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad. (cfr. XII, 114-129)
¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. (cfr. XI, 447-449). Amén.
Dios te salve…. Gloria…

SEXTO DÍA
Las Conferencias de los Martes

Signo: Libros y un cayado (Representando los maestros y pastores) una frase que diga “Santos y sabios sacerdotes son el tesoro de la Iglesia”
Canción: Por los caminos de Vicente

Iluminación Bíblica: Marcos 3, 13-19

Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó. Palabra del Señor.

Escuchemos a San Vicente de Paúl:

Pero, ¡Salvador mío!, si un buen sacerdote puede hacer grandes bienes, ¡qué daño hace un sacerdote malo! ¡Y cuánto cuesta ponerlo en el buen camino! ¡Salvador mío! ¡Cómo deben entregarse a ti los pobres misioneros para contribuir a la formación de buenos sacerdotes, ya que es la obra más difícil, la más elevada, la más importante para la salvación de las almas y el progreso del cristianismo! 
Si san Vicente Ferrer se animaba a la perfección con la idea de que Dios suscitaría algún día buenos sacerdotes y obreros apostólicos para elevar el estado eclesiástico y disponer a los hombres para el juicio final, con cuánta más razón nosotros, que vemos en la actualidad cómo se va recuperando el estado eclesiástico, hemos de animarnos cada vez más a la perfección, para cooperar en esta restauración tan deseable. (XI, 7-8)

Reflexión:

En tiempos de san Vicente, como decíamos hace dos días, había un clero muy mal formado, las diócesis contaban con muchos sacerdotes, pero eran más funcionarios que pastores; la manera cómo san Vicente respondió a la ignorancia y la falta de celo de los sacerdotes diocesanos fue creando un especie de “seminario” donde se reunían muchos sacerdotes el día martes a escuchar conferencias y temas de formación. Y ¿Qué paso? Pues que fue todo un ¡éxito! Tanto así que no había en todo el clero de París que antes de ordenarse no fuera a retiro espiritual a la casa de la Congregación de la Misión “san Lázaro”.
Las conferencias de los martes fue una de las obras magistrales de San Vicente, respondía a los retos planteados por el concilio de Trento, celebrado casi cien años atrás respondiendo a los planteamientos luteranos, en el que se ponía en marcha un deseo de formar “santos y sabios sacerdotes”. Actualmente la Congregación se dedica a la formación de los futuros sacerdotes en seminarios diocesanos, cultivando también en los futuros sacerdotes el celo por las almas y el espíritu vicentino.

Preguntas:

• Frente al llamado del Papa Francisco de querer pastores que “huelan a oveja”: ¿Cómo percibe usted actualmente a los sacerdotes y misioneros? ¿Qué les hace falta?
• ¿Cómo ayudar a los sacerdotes en sus parroquias para que puedan ejercer mejor sus funciones? 
• ¿Qué perfil desea encontrar en un sacerdote?

GOZOS

“San Vicente de Paúl, padre de los pobres y patrono de la caridad enséñanos amar a Cristo”

Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
Como campesino o preceptor de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo grita en medio de los pobres
Que te aclaman como su protector.

Cuatro siglos en el camino y tus virtudes aun brillan,
En el firmamento hay una luz que nos guía 
Con la fuerza imperativa del amor al prójimo.
Encarnado en quienes sedientos buscan la justicia.

En el horizonte fijas tu mirada,
Un amor efectivo, reclaman los pobres.
Que sea nuestra caridad inventiva hasta el infinito
Con quienes a Cristo en esta tierra representan.

En Folleville, brilló la predicación,
Invitando a la conversión con celo ferviente;
Y en Chatillón la caridad presidió
El cenáculo de gracia que allí se fundó.

¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Amos y señores de nuestras obras son
En los campos o en la ciudad se oye
La voz de Cristo “denle ustedes de comer”

¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
Un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
Con el esfuerzo de nuestros brazos, 
Y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
El amor de nuestro Dios.

Misión y Caridad son las alas
Que te llevaron al cielo, 
A tú entrada, pobres y ricos te esperaban
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
De laureles y santidad, padre y apóstol 
La Iglesia en ti se reflejaba.

ORACIÓN FINAL 
AL CORAZÓN DE SAN VICENTE DE PAÚL

Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.
Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.
Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen

Fuente: Corazón de Paúl

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