Ef 4, 1-7. 11-13; Sal 18, 2-5; Mt 9, 9-13.

“No necesitan de médico los sanos, sino los enfermos” Aún es tiempo. No dejes que te engañen los relojes. Mateo, el cobrador de impuestos, el colaboracionista, el de mala fama, escuchó al Señor Jesús que le pidió que lo siguiera. Y él le hizo caso, y estrenó la vida. Y así sigue pasando. Nadie está excluido. Jesús no ha rechazado a nadie. Todos estamos a tiempo.

Slaven Skazli nos dice: “Desde la infancia, para mí todo estaba vacío, siempre me faltaba algo y me daba cuenta que en las cosas no estaba la plenitud. Mi familia no rezaba, no iba a la Iglesia, no hablaba de Dios… Cuando encontré la heroína pensaba que había encontrado la solución para todos mis problemas ¡pero cómo me equivoqué! Luego de unos meses de falso bienestar, vinieron años de tinieblas, de soledad, de falsedad. Cada tanto, alguna intención de cambio terminaba en una nueva caída, cada vez más profunda, y yo me volvía más falso, más convencido de que no había cómo salir”. Una noche, luego de haber tenido una sobredosis, y apenas salvada su vida, Slaven gritó fuerte y con todo su corazón a Dios: “¡Señor, si existes, ayúdame, no quiero vivir así!”.

Muy poco después entró en la Comunidad del Cenáculo. “Aunque era difícil…me daba ánimo verla fe y esperanza con que los chicos vivían el camino del bien… el sufrimiento y la renuncia tenían sentido. Por primera vez en mi vida sentí la alegría de una vida simple, limpia, verdadera”. Hoy, “a pesar de mi soberbia y de mi orgullo, delante de la presencia de Jesús vivo en la Eucaristía siempre encuentro fuerza y el deseo de recomenzar, de agradecer, de vivir en la verdad y de pedir perdón…”. Jesús hoy me dice: ¡Sígueme!

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm