Nombre sobre todo nombre

por | Sep 6, 2017 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Cristo es la razón por la que llevan sus seguidores el nombre de cristianos.  Otros Cristos son ellos, ungidos para anunciar la conversión y el reino de Dios.

Asegura Jesús que los reunidos en su nombre y concordes en la oración recibirán lo que pidan.  Y así será porque él estará en medio de ellos, garantizando que toda petición sea según la voluntad divina.  Atiende Dios, sí, a los suplicantes sintonizados con el que bajó del cielo para hacer la voluntad de Dios.

Reunirnos, pues, en nombre de Jesús no solo significa tener presente a Jesús, sino hacer también la voluntad de Dios.  De hecho, haciéndola, nos aquilatamos reunidos en nombre de Jesús y viviendo de su presencia viva y amorosa.

Además, nos perfeccionamos los que invocamos el nombre de Cristo, conformando nuestra voluntad a la de Dios (SV.ES XI:211-213).  Por consiguiente, mejor que la práctica de la presencia de Dios es la práctica de cumplir la voluntad de Dios.  Es que ésta abraza a la otra.

Y nos hará bien seguir preguntando:  «Señor, si estuvieras en mi lugar, ¿que harías …?  ¿Como instruirías a este pueblo?  Como consolarías a este enfermo …?» (SV.ES XI:240).

Apropiarnos del nombre de Cristo es comprometernos a seguirle.  Ha venido él a llamar a los pecadores.

Quiere Dios que todos se salven y lleguen a conocer la verdad.  Esa verdad se refiere a un solo Dios, y a un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo.  Según la voluntad del que lo ha enviado, pues, el solo mediador busca la salvación de todos.  No quiere perder ni a uno solo de los que el Padre le ha confiado.

No, no pueden soportar el amor y la obediencia de Jesús la perdición de nadie.  El Maestro se revela decididamente como guardián preocupado de sus hermanos.  Por amor a los más pequeños de ellos, denuncia la injusticia, hipocresía, doblez o codicia que despliegan las autoridades.

Y no quiere Jesús que los identificados con su nombre abusen de su autoridad.  Por tanto, les instruye de tal forma que ningún acusador se haga a la vez juez, jurado y verdugo.  Entre nosotros con nombre de Cristo, nada de este abuso.  No condena él, sino salva.  A los pecadores nos infunden esperanza sus palabras a la sorprendida en adulterio:  «Anda y adelante no peques más».

Haz, Señor Jesús, que honremos tu nombre, preocupándonos de nuestros hermanos y ayudándoles en el camino de salvación.  Nos alimentas con tu carne y sangre; que también nos saciemos haciendo la voluntad de Padre.

10 Septiembre 2017
23º Domingo del T.O. (A)
Ez 33, 7-9; Rom 13, 8-10; Mt 18, 15-20

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