Rt 1,1.3-8.14-16.22; Sal 145; Mt 22, 34-40.
“Amarás al Señor, tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo”
La gran revolución de Jesús comienza por un cambio de eje de la moral: la palabra “amarás” pasa a ocupar el centro.
Por eso Jesús, en el sermón de la montaña, comienza por atacar de frente el mismo núcleo del corazón humano: derriba de su trono al egoísmo y a poner en su lugar el amor. Y, como Jesús es un radical, empezará por pedir el más absurdo amor: el dedicado a quienes no lo merecen teóricamente, a los enemigos, quienes también son prójimos.
Jesús quiere, desde el primer momento, que quede claro que él no pide “un poco más de amor”, que “su” amor no es “ir un poquito más allá de lo que señalaría la justicia humana”, sino hacer, por amor, lo contrario de lo que exigiría la justicia, yéndose al otro extremo por el camino del perdón y del amor. Nos encontramos, precisamente, en el centro de la locura de Jesús. Es decir: en el centro del cristianismo.
El Papa Francisco, en sus mensajes sencillos, profundos y radicales, nos exhorta –como Jesús– a ir más allá de nuestros “falsos criterios” o muy limitados modos de amar.
Mi amor a Dios… ¿se asemeja e iguala al amor al prójimo? ¿Por qué?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Servando Sánchez Ayala, cm
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