Ex 16, 1-5. 9-15; Sal 77, 18-28; Mt 13, 1-9.
“Salió el sembrador a sembrar, y unos granos cayeron en el camino, otros entre piedras, otros entre espinos y otros, en tierra buena…”
“Y un día, como si despertase de un profundo sueño, volví mis ojos a la admirable luz del evangelio y lloré mi pobre vida”, confesaba, en el siglo cuarto, Basilio, el que luego sería llamado el Grande. Sin embargo, su vida fue, desde estudiante en Atenas, un continuo esfuerzo por hacerse “tierra buena”, de ésa que habla Jesús en esta parábola del Sembrador.
El evangelio de Mateo reúne, en su capítulo 13, siete diferentes parábolas sobre el Reino. Una provechosa tarea… leerlas y meditarlas. También tú y yo necesitamos despertarnos y volver los ojos a la “admirable luz del evangelio”. No podemos ser ese camino blindado, ni esa tierra pedregosa y llena de malezas donde la semilla no puede germinar o, si germina, no puede crecer.
Estoy seguro que eres tierra buena, deseosa de acoger al que es la Vida sin engaños ni alambradas. Recibiste esa vida desde el día de tu bautismo. Pero necesitamos alimentarla. Y cuántas veces la descuidamos como cosa sabida…
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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