Ex 11, 10—12, 14; Sal 115, 12-18; Mt 12, 1-8.
Mayor que el Templo y Señor del sábado
Así se proclama Jesús en este evangelio: mayor que el espacio sagrado (templo) y que el tiempo sagrado (sábado). Él es la imagen visible del Dios invisible. Él es el que nos ama y su amor incondicional es nuestro país. Déjame que te recuerde al santo que celebramos hoy, san Lorenzo de Brindis. Cuando pidió ser admitido como capuchino, el superior le dijo que le iba a ser muy difícil sobrellevar una vida tan austera. Pero el joven Lorenzo le preguntó: “Padre, ¿habrá en mi celda un crucifijo?”. “Si, lo habrá”, le respondió el superior. “Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir por su amor cualquier padecimiento”.
Manejaba ocho idiomas y fue el humilde y famoso predicador del evangelio en Italia, Hungría, Bohemia, Bélgica, Suiza, Alemania, Francia, España y Portugal. Comprensivo y bondadoso, era querido por todos y no se asustaba de tener que caminar cincuenta kilómetros cuando se trataba de la salvación de las almas.
El Papa Clemente VIII decía que el Padre Lorenzo valía él solo más que un ejército. Y todo le venía de su amor a este Jesús que es mayor que el Templo y que el sábado, a éste que también a nosotros nos tiende su llamada.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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