Ex 3, 13.-20; Sal 104, 1. 5-9. 24-27; Mt 11, 28-30.
“Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y yo les daré descanso”
Dicen algunas estadísticas que el 25 por ciento de los habitantes de las ciudades padecen de estrés o de fuertes depresiones. La vida apresurada, las largas faenas laborales, la inseguridad o las problemáticas relaciones parecen los motivos y señales más frecuentes de estos agobios. ¿Buscamos algún psicólogo? Está bien, pero ellos no pueden curar las causas de esta cultura ambiental. Tenemos que cambiar el mundo y, desde luego, nuestro propio mundo.
Pero, ¿cómo lo haremos? Jesús nos dicen: ¡Vengan a mí! Los de vidas quebrantadas y los hartos del vacío de sí mismos, vengan a mí, y encontrarán el perdón y el consuelo en mi corazón traspasado. Los pisados y explotados, los menospreciados por los demás, vengan a mí, y hallarán nuevo vigor para el camino. Los engañados por la pasión o el instinto avaro, los manipulados por la injusticia, vengan a mí, y descubrirán la vida que sobrepasa sus mejores sueños.
Carguen con mi yugo y verán que es suave y ligero porque yo lo llevo con ustedes y a ustedes los llevo sobre mis heridas espaldas. No les ofrezco ilusiones vanas, les ofrezco que soy y tengo: Vida, vida ahora y después. ¡Vengan a mí, que conmigo encontrarán el bien que necesitan y un mundo nuevo!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
0 comentarios