Gén 19, 15-29; Sal 25, 2-3. 9-12; Mt 8, 23-27.
«…se levantó en el mar una gran tempestad».
No lo sé. Acaso cada época parezca a sus contemporáneos como un doloroso caos, como un mar de olas gigantescas. El siglo pasado –el XX– produjo más víctimas, cárceles y muertes que ninguno anterior. Y más cristianos martirizados que ningún otro siglo. Y este siglo no parece que haya aprendido y cambiado el rumbo. Nuevas ideologías, llenas de dólares, se infiltran por todas partes, también en nuestras comunidades.
Enel evangelio de hoy, la tempestad era tangrande que casi cubría la barca, los discípulos estaban aterrados, y Jesús, de tanto cansancio, “estaba dormido”. Ellos le gritaron: “Señor, sálvanos, que perecemos”.
¡Cuántas veces, a lo largo de la historia, se pensó que la barca de la Iglesia se estaba hundiendo! Contaminación del mundo, malos pastores, herejías, vidas apagadas y distraídas. (¿Cómo en estos días?). Pero siempre hubo almas avivadas por la tempestad que clamaron a Jesús: “¡Sálvanos, que perecemos!”. Y él nos dice también hoy: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. — ¿Acaso no sigue siendo a Jesús a quién hasta el viento y el mar obedecen?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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