2 Cor 11, 1-11; Sal 110; Mt 6, 7-15.
“Ustedes oren así, Padre nuestro…”
En la lectura de hoy Jesús nos habla de su propia experiencia de Dios, la experiencia de Dios nace del conjunto de la totalidad de la persona y la oración del Padre nuestro brota del corazón de Jesús que se relaciona, que experimenta a Dios como Padre.
Rezamos todos los días esta oración, pero sería bueno pensar que tal vez nos hemos acostumbrado a repetir rutinariamente las palabras del Padre nuestro. Es necesario volvernos como los niños, porque ellos se asombran de todo, nosotros nos acostumbramos a las cosas, hasta lo más sagrado nos parece normal, llega el momento que hasta lo más maravilloso nos parece demasiado cotidiano o normal.
Rezar el Padrenuestro nos conecta en primer lugar con la experiencia de ser hijos, descubrir que Dios es Padre. ¡Dios es mi Padre! Esta impresión de la paternidad es grandiosa solo cuando se ha experimentado el amor de Dios, somos hijos de Dios, ¡soy hijo de Dios, somos hijos de Dios, que mas queremos! decir que El es mi Padre es realmente para sobrecogerse, existimos por su amor, esto es asombroso. Dios está junto a ti, su cercanía como Padre con nosotros es continua.
El Dios del evangelio, el Dios de Jesús está en lo hondo de nuestro ser identificado con nosotros mismos. Amándonos antes que nosotros mismos y más que nosotros mismos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Blanca López Leija, HC
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