2 Cor 1, 18-22; Sal 118; Mt 5, 13-16.
“Ustedes son la sal de la tierra”
En este texto del Evangelio, Jesús define a sus seguidores con un rasgo que los cristianos hemos olvidado o prestado poca atención. Jesús ve a sus discípulos como hombres y mujeres llamados a ser “Sal de la tierra”. Tiene la confianza plena en nosotros de que podemos convertirnos en la presencia de Dios en el mundo, de dar sabor a esta realidad que nos está tocando vivir.
Ser sal es tener el ideal de cooperar en la construcción de una sociedad más justa y solidaria, donde todos los hombres y mujeres tengan cabida, especialmente los más desprotegidos y olvidados.
Estamos invitados a ser personas que ponen sal en la vida. “Ustedes son la sal de la tierra ¿pero si la sal se vuelve sosa con qué la salarán?” El teólogo ortodoxo P. Evdokimov dice: “Los cristianos han hecho todo los posible para esterilizar el Evangelio; se diría que lo han sumergido en un líquido neutralizante”. Los cristiano no tienen sentido de la misión y de la fe cristiana, “han perdido extrañamente su cualidad de fermento”. Nos hemos perdido en el mundo siendo uno más.
En nuestra Iglesia faltan cristianos que opten por la santidad, que tengan el coraje de dar testimonio de su fe en Jesucristo, faltan testigos vivos del Evangelio.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Blanca López Leija, HC
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