«Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia»
Hch 11, 1-18; Sal 41; Jn 10, 1-10.
Leemos en el evangelio el mismo texto de ayer. Es muy rico, por ello hoy podemos fijarnos en la conclusión donde Jesús, como respondiendo a una pregunta, nos dice la razón de su venida, de su encarnación, y la razón de su vida y de su muerte: “Yo vine para que tengan vida en abundancia”.
Es una gran revelación y un gran consuelo. Jesús vino a dar vida, a restaurar, potenciar, iluminar… la vida de los hombres. Vino para que aprendiéramos cómo vivir nuestra vida con profundidad y con sentido. Por donde pasa Jesús, la vida florece: los enfermos recuperan la salud, los pecadores son sanados del corazón, los pobres son tratados con dignidad y respeto. Jesús lucha contra la mentira y la falsedad, contra el egoísmo y la discriminación, el egoísmo, la crueldad, la indiferencia, porque todo ello disminuye la vida de los hombres, la oscurece, la limita.
La Iglesia, los cristianos, somos guardianes de la vida, promotores de la vida digna para todos. Procuramos vivir con intensidad y hacer que la vida de nuestros hermanos germine y florezca. Nuestro lema es: ¡Vida abundante para todos!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, cm
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