Hch 2, 36-41; Sal 22; 1P2 2, 20-25; Jn 10, 1-10.
“Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará”
Nos encontramos hoy con uno de los “Yo soy” que Jesús pronuncia describiendo y descubriéndonos su ser y su misión (“Yo soy”… el pan de vida, el buen pastor, el camino…). Entendemos la alusión clara que Jesús hace al “Yo soy el que soy”, de Yahvé, hablando desde la zarza ardiente, revelándose en el Sinaí. Jesús se identifica con aquel nombre que Dios se da a sí mismo.
En este caso Jesús nos dice: “Yo soy la puerta, quien entra por mí, se salvará”.
¿Has leído alguno de esos cuentos infantiles –o visto alguna película– donde abres una puerta y entras a un mundo maravilloso, mágico? Así me imagino la alusión de Jesús. Él es como una puerta que, si la abres, te da paso a un mundo donde las cosas tienen otro color, más vivo, más auténtico. Que te permite pasar a una realidad donde las personas tienen otro valor y las cosas otro lugar. Donde queda evidente el horror de la guerra y la violencia, lo absurdo de la ambición y la envidia, el engaño del éxito y la riqueza conseguidos a costa de los demás. Un mundo donde es posible el amor y la ternura, la solidaridad y la esperanza.
Abre la Puerta. Te espera una vida más abundante.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, cm
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