Hch 7, 51-8, 1; Sal 30; Jn 6, 30-35.
“Yo soy el pan de la vida”
“El que viene a mí no tendrá hambre, el que cree en mí no tendrá nunca sed”. Jesús es el único capaz de saciar definitivamente el hambre y la sed del hombre. Pero pone una condición: la fe. “El que cree en mi…”. Sólo desde la fe, Jesús es capaz de inundar la vida de los hombres y saciarla.
Y hablamos de fe no como un conjunto de creencias o ideas, sino como confianza y adhesión total a Jesucristo. Creer en Jesús es percibir la realidad y vivirla tal como Jesús la percibía y la vivía. Creer en Jesús es reconocer en él todo lo que el hombre es, todo lo que estamos llamados a ser. Creer en Jesús es reconocernos en él, y atrevernos a vivir lo que en él descubrimos.
Cuando miramos el mundo y sus desgracias: la violencia, el crimen, la corrupción, la guerra, la droga… nos saltan a la mente preguntas como estas: ¿Qué busca con tanta ansiedad el hombre?
¿Qué mares inmensos de insatisfacción y de vacío hay en el corazón de la humanidad? ¿Cómo saciar esa hambre y esa sed fundamentales, abismales? “El que viene a mí, no tendrá más hambre”, ni sed. Habrá encontrado el puerto seguro, la respuesta a todas sus preguntas, la razón final de su existencia.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, cm
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