Hch 5, 34-42; Sal 26, 1.4. 13-14; Jn 6, 1-5.
“Cinco panes de cebada y dos peces”
Cuando las cosas aparecen oscuras para la fe cristiana, no me olvido que el cristianismo comenzó conunajoven, María, que no encontraba lugar para dar a luz. ¿Algún comienzo más débil? Cuando sólo tenemos “cinco panes de cebada y dos peces” no puedo olvidarme que Jesús está aquí, en medio de esta multitud hambrienta. Y que, después de dar gracias y repartir los panes y los peces, llegó para todos, y pidió a los suyos: “Recojan lo sobrante para que nada se pierda”.
Hay muchos otros que necesitan lo que yo tiro o mal aprovecho. Y otros muchos que necesitan nuestra ayuda y nuestra voz. No hace mucho, un sacerdote caldeo de Irak decía: “En mi país si cavas para buscar petróleo, encontrarás sangre de cristianos, pero el petróleo es más caro que la sangre de los mártires… No os calléis, despertaos, sed nuestra voz; ellos nos quieren destruir. Estamos viviendo un Viernes Santo permanente y vosotros podéis ayudarnos a llegar al Domingo de Resurrección”.
Mientras, el mundo occidental, (¿también nosotros?) al que le sobran panes y peces, mira para otro lado y le da a la tecla del apagón informativo. Sólo nos piden cinco panes y unos pescados de solidaridad, de ayuda y de oración. También de oración por los perseguidores.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
0 comentarios