Digerir nuestros defectos • Una reflexión semanal con Luisa

por | Abr 28, 2017 | Benito Martínez, Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

“No basta con tener el entendimiento iluminado con el conocimiento de nuestros defectos; es preciso, además, tener la voluntad caldeada para digerirlos: lo uno sirve para limpiar la conciencia, disponiéndola para el nacimiento en nosotros de nuestro Jesús; lo otro, para adornarla y embellecerla para esa misma recepción” (E 40).

Luisa de Marillac, de una meditación de santa Luisa de Marillac sobre los dones que los Reyes Magos ofrecieron a Jesús.

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Reflexión:

  1. Digerir nuestros defectos es aceptar que los tenemos, sobreponerse a ellos y amarnos, a pesar de todo. En la vida, en la creación y en el hombre hay defectos. Pero una flor puede florecer en un muladar. No importa que seamos un muladar, la vida de Dios puede florecer en él. Hay que aceptar, superar y asimilar nuestros defectos; digerirlos con ilusión y no tragarlos a la fuerza. El Espíritu Santo nos guía en el empeño.
  2. Muchos apoyan una espiritualidad con «defectos cero», según la frase de Jesús «ser perfectos como vuestro Padre es perfec­to», aunque choque con la cruda realidad de que nadie es per­fecto. Pero esa frase requiere explicación, porque Dios no puede exigir la perfección a quienes no pueden lograrla. A juicio de los exegetas, la frase de Jesús «sed perfectos» sería una equivocada traducción de la palabra hebrea “santo” que no quería decir perfecto, sino «misericordioso», compasivo.
  3. Nuestra formación no debiera ir dirigida a lograr la perfección, sino a aceptar nuestras limitaciones como algo natural con el ser humano. La dureza de cumplir en todo momento la voluntad de Dios se alivia, si aceptamos nuestras limitaciones y nuestros fallos.
  4. Para digerir y asimilar tu forma de ser y tus defectos, hay que empezar por reconocerlos. Cuesta reconocer los defectos, y más digerirlos; las personas creemos que, si nos descubren un defecto, seremos consideradas inferiores. La negación de un defecto no es más que una cuestión de autoestima.
  5. Sin embargo, santa Luisa nos propone tres medios para caminar por la vida envueltos en nuestros defectos. El primero es la ilusión, que, como el oro, impide que convirtamos la vida en una rutina acantonada de obrar sin poner atención en lo que estamos haciendo; el segundo es llevar una vida de Dios auténtica y fervorosa que, como el incienso, se convierta en una ofrenda de amor, y no en una rutina, en una costumbre vulgar; y tercero, la ascesis, el esfuerzo de cada día, que, como la mirra, da fuerzas a los que se proponen alcanzar al modelo Jesucristo. Sin olvidar que, como Jesucristo crucificado, en algún momento nos encontremos sin fuerzas para beber la mirra.

Cuestiones para el diálogo:

  1. ¿Cómo profundizar en las actitudes de Cristo hacia los humildes y oprimidos para tener su misma mirada y revestirnos de sus sentimientos?
  2. En una sociedad de cultura mediática y ante el agotamiento que nos traen los múltiples problemas de pobreza, somos conscientes de necesitar vida interior. ¿Cómo alimentarla? ¿Cómo conservar un ritmo de vida espiritual para favorecer la calidad de nuestro ser vicenciano?
  3. ¿Necesitas cambiar algo? ¿Qué? ¿Esto no vale un esfuerzo, una sacudida, una conversión, de una vez por todas, de todas vosotras sin distinción de edad?
  4. ¿Por qué tu forma de ser y de vivir no suscita respuestas vocacionales a la Familia Vicenciana?

Benito Martínez, C.M.

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