Experiencia del Corazón de San Vicente (Celebración Personal / Comunitaria)

por | Abr 22, 2017 | Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

En el mes de abril hay dos fechas importantes de San Vicente: el 24 su nacimiento y el 26 la Translación de sus reliquias. Con este motivo en el Año Jubilar del carisma de San Vicente, meditemos en los acontecimientos especiales relacionados con estas dos fiestas: la Aparición del Corazón de San Vicente a Santa Catalina Labouré.

Acontecimiento

En abril de  1830, Sor Catalina participó en la celebración de la Translación de las Reliquias de san Vicente de Nuestra Señora de París a san Lázaro.

Al regreso de san Lázaro, Sor Catalina fue con las demás Hermanas del Seminario a la Capilla y rezó ante las reliquias de san Vicente. El autógrafo revela este momento de emoción:

 «Tenía – dice – el consuelo de ver su corazón encima del pequeño relicario donde están expuestas sus reliquias. Se me apareció tres días consecutivos de manera diferente: blanco color de carne, esto anunciaba la paz, la calma, la inocencia y la unión. Luego, lo vi color fuego, lo que era el símbolo de la caridad que se encenderá en los corazones. Me parecía que la caridad debía renovarse y extenderse hasta las extremidades del mundo. Por último, me pareció rojo-negro, lo que me causaba tristeza en el corazón. Me venían tristezas que me costaba superar. No sabía ni por qué ni cómo esta tristeza se refería al cambio de gobierno». Una voz interior le dice: « El corazón de san Vicente está profundamente afligido por las grandes desgracias que van a abatirse sobre Francia ».

El último día de la octava, vio el mismo corazón color bermejo y la voz interior le dijo: « El corazón de san Vicente está un poco consolado, porque ha obtenido de Dios, por mediación de María, que sus dos familias no perezcan en medio de estas desgracias y que Dios se serviría de ellas para reanimar la fe ».

[Música un momento de silencio…]

“La llevaré al desierto  y le hablaré al corazón”  (Os 2, 14).

En esta visión tiene ante ella el corazón de San Vicente, ese lugar profundo de su ser, totalmente entregado a Cristo y a los pobres. A través de sus tres intervenciones, San Vicente propone un proyecto de formación muy claro: “Hijas mías, vosotras sois buenas cristianas”. Sitúa, de entrada, a Catalina en el centro de la revelación cristiana: la del Dios que es “Amor” (1 Jn 4, 8), que revela la plenitud de su ternura por la humanidad en su Hijo muy amado, que dará su vida por la salvación del mundo y que hará del Amor –el de Dios y el del prójimo- el gran mandamiento confiado a sus discípulos.

Las Hijas de la Caridad… se proponen seguir  a Cristo tal como los Fundadores lo descubren (cf. C. 8a)

En la visión del corazón “blanco” que anuncia la Paz que Dios concede, San Vicente ¿no despierta en Catalina la necesidad de acoger a Jesús, el Príncipe de la Paz, con el fin de llevar la paz a los pobres? ¿No es también el recuerdo de la necesidad de escuchar y de responder a los gritos de los pobres para que la paz reine en la tierra? En el mensaje de la Jornada Mundial de la Paz de 1993, el Papa Juan Pablo II decía: “Si quieres la paz, sal al encuentro del pobre”. ¿No podríamos decir que San Vicente invita a Catalina a acoger el don de la Paz con el fin de construir, junto con los pobres, una sociedad justa y fraterna?

Oremos

(Juntos) Que en nosotros reine la paz. Señor, concédenos estar donde debemos ser,
Que no olvidemos las grandes posibilidades nacidas de la fe, Especialmente la vocación a ser miembro de la Familia Vicenciana. Que usemos estos dones y la pasión de amor que hemos recibido… Te lo pedimos, por Jesucristo nuestro Señor.

(Música, un momento de oración en silencio…)

Un mismo amor anima y dirige su contemplación y su servicio (C.7b).

En la segunda visión color “rojo fuego”, San Vicente manifiesta a Catalina la llama de su amor por Cristo y su caridad ardiente y universal por los pobres. Quiere comunicarle su doble pasión: dejarse quemar por el fuego divino, para encender -“hasta los confines del mundo”-  hogueras de amor por los pobres: “todos los pobres”, “los verdaderamente pobres”, “por todas partes”. La Caridad de Dios transforma y dinamiza nuestra vida. En este impulso de amor, Catalina comprende que la Comunidad debe “renovarse” en las raíces de su ser, con el fin de encender el fuego del amor en todos los rincones del mundo.

Oremos

(Juntos) Oh Divino Salvador, transfórmeme en Ti. Que mis manos sean sus manos. Mi lengua  tu lengua. Concédeme que cada facultad de mi cuerpo sirva solo para tu mayor gloria. Sobre todo, transforma mi alma y todas sus potencias: que mi memoria, mi voluntad y mis afectos sean tu memoria, tu voluntad y tus afectos.Te suplico destruyas en mí todo lo que no es tuyo. Concédeme vivir en ti y por ti, que yo pueda decir con San Pablo “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” Amen. 

(Música, un momento de oración en silencio…)

Del Hijo de Dios aprenden las Hijas de la Caridad que no hay miseria alguna que puedan considerar como extraña a ellas. (C.11a).

En cuanto al símbolo de color « rojo oscuro », hay una connotación de desgracia y de sufrimiento. Para Catalina, evoca la angustia de los pobres que resuena en el corazón de San Vicente: “¡Qué pena tengo de su pena!”.San Vicente invita a Catalina a fomentar en ella una profunda comprensión y compasión por todos los que sufren, a comulgar más intensamente con las pruebas de la humanidad.

Oremos

(Juntos) Señor, Padre Misericordioso,que suscitaste en san Vicente de Paúluna gran inquietudpor la evangelización de los pobres,infunde tu Espírituen los corazones de sus seguidores.Que, al escuchar hoyel clamor de tus hijos abandonados,acudamos diligentes en su ayuda“como quien corre a apagar un fuego”.Aviva en nosotros la llama del carismaque desde hace 400 añosanima nuestra vida misionera. Te lo pedimos por tu Hijo,“el Evangelizador de los pobres”,Jesucristo nuestro Señor. Amén.(Oración para el Jubileo del 400 del Carisma Vicenciano).

(Música, un momento de oración en silencio…)

 Podemos imaginar con facilidad los sentimientos de fe, de caridad, de acción de gracias que animan a Catalina en estos momentos. Sin embargo, su comportamiento está impregnado de discreción y de reserva.

Lejos de evadirse de la realidad cotidiana, Catalina redobla la fe y el amor en el transcurso de sus jornadas. Acoge las instrucciones de la directora del Seminario que explica cada día un aspecto de la vocación de las siervas de los pobres. Comprende mejor que el ejercicio de la caridad, exige una vida espiritual profunda. “Una cosa importante, a la que debe aplicarse de manera especial, es tener mucho trato con nuestro Señor…” (Síg. XI, 237). “Procuremos,… hacernos interiores, hacer que Jesucristo reine en nosotros” (Síg. XI, 430). “Se necesita la vida interior, hay que procurarla; si falta, falta todo” (Síg. XI, 429).

(Canto final)

Créditos: Celebrar el 175 Aniversario de las apariciones de 1830 por Sor Claire Herman (Ecos 2005, nª2); Santa Catalina, la pasión por Dios y por los pobres por Sor Anne Prevost H.C. (Ecos 2006, nº 2).

Fuente: filles-de-la-charite.org

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