Hch 4, 13-21; Sal 117 ,1.14-21; Mc 16, 9-15.
«Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Noticia a toda la creación”.
¡Vayan, salgan, proclamen! Si sabes que él está vivo y te acompaña,¡vete, sal, proclámalo! Todos necesitamos que lo hagas. Ya hay demasiados católicos apagados o acomplejados. Tu familia necesita alguien, en medio de ella, que despierte y nutra la fe de los demás. “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”, dice Pedro ante el tribunal del Sanedrín. Y nosotros, ¿podremos dejar de proclamar la más hermosa Noticia de los siglos? Ya sabes que el ambiente no es cálido para la fe, tienes experiencia de que el tribunal del qué-dirán-los-demás no te va a aplaudir. ¡Mayor razón para hacerlo, es señal de que se necesita más! Jesús vino para los pecadores y para los que lo niegan, más que para los ya convertidos. ¡Vete, sal, proclama: sólo Jesús es nuestro Salvador! ¡Ha resucitado!
Todos necesitamos de la fe de los demás. El pasado 11 de noviembre, el Papa Francisco se reunió con unos seis mil pobres, sin techo, excluidos, y les pedía: “Enseñen a todos los que tenemos techo, a todos los que no nos falta la comida o medicinas, enséñennos a no estar satisfechos. Enséñennos a soñar desde el Evangelio, donde están ustedes, desde el corazón el Evangelio”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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