Dios sale al encuentro de nuestras vidas • Un testimonio

por | Abr 20, 2017 | Formación, Hijas de la Caridad, Reflexiones | 0 Comentarios

Recordar el momento preciso en que me sentí llamada a dar una respuesta a Dios entregando mi vida al servicio de los pobres en la Compañía de las Hijas de la Caridad me sería un poco complicado.

Complicado porque mi vida y mi itinerario vocacional está vinculado a muchos pequeños momentos que hicieron posible esa respuesta: mi educación en una escuela de las Hijas de la Caridad, mi formación y crecimiento en la fe en JMV, infinidad de catequesis, convivencias, campamentos, encuentros, etc, la oportunidad de vivir la experiencia de la misión ad gentes en Honduras, los ancianos y las hermanas de la Residencia San Vicente de Paúl en Palma que me enseñaron a ponerme al servicio de los pobres, las hermanas que me han acompañado en los diferentes momentos y etapas, y como no, el haber nacido en una familia que me quiere y que confía en mí. Ciertamente, “cuando Dios escoge a alguien para una vocación particular, Él mismo se compromete a señalarle el camino”. Estoy convencida de que así ha sido; Él preparó el camino para que yo fuera capaz de dar una respuesta.

Hoy, 12 años después de haber dado aquel “importante sí” al entrar en la Compañía, vivo mi vocación al servicio de las personas sin hogar en la Obra Social Santa Lluïsa de Marillac en Barcelona. También aquí he experimentado la presencia de Dios que me acompaña y me ayuda en las hermanas que han sido para mi testimonio y modelo de un servicio cercano, humilde y sencillo, y sobre todo, la presencia de Dios en los pobres. De ellos aprendo a valorar la vida, a luchar y recomenzar cuando todo parece que está perdido.

Hoy, mi respuesta a Dios consiste en caminar junto a aquellos que viven una vida marcada por el desarraigo, la soledad, la falta de sentido, la enfermedad, las drogodependencias… Aquellos que, por los motivos que sean, siempre acaban en las cunetas de nuestros caminos. A veces, es posible caminar y salir adelante; otras, sólo puedo permanecer al lado de aquel que ya no puede caminar. Con unos y con otros quiero vivir mi servicio como Jesús me enseña: “arrodillándome, con la toalla ceñida, para lavar los pies” de aquellos que de una manera muy especial necesitan ser mirados, acogidos y tratados como Jesús lo haría.

Dios sale al encuentro de nuestras vidas y necesita de nosotros un corazón abierto y sencillo para poder reconocerle. Dios sale a tu encuentro.

¡Déjate guiar por Él y atrévete a dar una respuesta!

Autora: Sor Laura García, HC.
Fuente: Revista «Oye su voz y ¡enrédate!», Semana voicacional de las Hijas de la Caridad y Misioneros Paúles de España.

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