“Si alguno guarda mi palabra, no probará la muerte jamás”
Gén 17, 3-9; Sal 104, 4-9; Jn 8, 51-59.
Nos acercamos ya a la Semana Santa. ¿Cómo está nuestro corazón y su esperanza? En el texto del evangelio de hoy, Jesús sigue revelándose abiertamente como el enviado del Padre: “Yo lo conozco y guardo su palabra”. Sus oyentes no lo aceptan, y terminaron “recogiendo piedras para tirárselas”. Más tarde, lo llevarán a la cruz, con una lógica inexorable. Pero él dirá: “yo doy la vida por mis ovejas… nadie me quita la vida… yo la doy voluntariamente para recobrarla de nuevo”.
El evangelio de hoy, el de los días próximos, como el de los pasados, plantean, entre discusiones, la acogida o el rechazo de Jesús. ¿Es Jesús un iluso, un inmoral mentiroso o un alucinado? O, por el contrario, Jesús es lo que él dice ser? Y, dentro de esto, añade: ”Si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados”.
Lo hemos oído estos días proclamarse Yo soy la Resurrección, lo hemos visto perdonar los pecados, le hemos escuchado hablar de su unidad con el Padre, nos ha dicho que si nos mantenemos en su palabra conoceremos la verdad liberadora y no probaremos la muerte…
¿Es Jesús un iluso, un inmoral mentiroso o un alucinado? O, por el contrario, ¿Jesús es lo que él dice ser? El hijo del Hombre y el Hijo de Dios, el hombre verdadero y el Dios verdadero.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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