Gen 12, 1-4; Sal 32,2; 2 Tim 1, 8-10; Mt 17, 1-9
«Señor, ten misericordia de nosotros»
El pueblo de Israel se mantuvo en búsqueda de certezas religiosas y se preguntaba: ¿Cómo y cuándo Dios bendice? Y durante mucho tiempo fueron alimentado la idea de que el Mesías, político y poderoso les liberaría. Los mismos discípulos de Jesús, –Pedro, Santiago y Juan– tienen y alimentan esta idea de él.
Jesús y sus discípulos suben una montaña y allí acontece una teofanía (manifestación de Dios), es Dios mismo quien: 1) confirma a Jesús como su Hijo; 2) confirma el camino que ha elegido Jesús y; 3) lo confirma a él, como el camino. Y además da un mensaje que resulta esperanzador para todos, hay victoria-rescate después de la muerte~cruz. Aunque nos parezca raro, Dios no confirma a un mesías glorioso que triunfa a través del poder, sino a un mesías, Jesús que, con un corazón escuchante, cumple la voluntad de su Padre, entrega la vida por gratuidad, por generosidad, y en rescate por todos.
Dios confirma a Jesús como su Hijo, y lo ofrece como un don, con una responsabilidad, escucharlo. Ahora, la salvación de parte de Dios la experimentamos por filiación. Se trata de aprender a ser hijos en el Hijo, obedientes y entregados. Dios se manifiesta como aquel que rescata de toda circunstancia, en cualquiera que sea, por muy mala que parezca, Dios se manifiesta como el que rescata, libera, sana y salva.
¿Qué imagen tenemos de Dios?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Rubén Darío Arnaiz, C.M.
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