La Santa Iglesia nos enseña que durante el período de la Cuaresma, tiempo fuerte de conversión, los fieles son invitados para expresar, de forma más vibrante y concreta, tres elementos que fortalecen el espíritu y buscan la santificación personal, por intermedio del perdón de los pecados: el ayuno, la oración y los actos de caridad (entre ellos, las limosnas).
En el Catecismo católico, encontramos varias referencias sobre dar limosnas (gesto de caridad), practicar el ayuno (gesto de entrega) y vivenciar las oraciones (gesto de esperanza) en la época de la Cuaresma. Todas esas acciones se complementan a la principal, que es la penitencia, acto que expresa la conversión total a Dios.
En los ítems 1.434 y 1.438, el Catecismo establece que la práctica de gestos de caridad, en los 40 días de la Cuaresma, contribuye para una “purificación radical operada por el bautismo” como forma para obtener el perdón de los pecados, cuando demostramos nuestro esfuerzo de reconciliarnos con el prójimo. Así, todo acto de solidaridad, hecho para los necesitados, es un testimonio de caridad fraterna y también es una práctica de justicia que agrada a Deus.
La práctica de la caridad, conforme a la Primera Epístola de San Pedro (Capítulo 4, versículo 8), “cubre una multitud de pecados”. Y la doctrina católica también afirma: “Esos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones en señal de arrepentimiento, las privaciones voluntarias como el ayuno, las limosnas y el reparto fraterno (como las obras de caridad y las misioneras)”.
A continuación, vamos comentar un poco esos tres aspectos. Primero, sobre la oración: no podemos olvidarnos de que esta es la base de toda la fe cristiana. Es imposible mantener diálogo con Dios a no ser por medio de la oración. El propio Cristo, cuando fue interrogado por uno de sus discípulos como este podría “conversar” con Dios, nos enseñó la Oración del Padre Nuestro.
Con relación al ayuno, el Catecismo de la Iglesia Católica nos exhorta que “los fieles observarán el ayuno prescrito en su respectiva región episcopal”. Y continúa afirmando: “La actitud corporal (gestos, ropas) debe traducir el respeto, la solemnidad, la alegría de este momento en el cual Cristo se torna nuestra huésped”.
Ya sobre las limosnas, se debe resaltar que estas, lamentablemente, han sido dejadas de lado, cada vez más, en la sociedad materialista en la que vivimos. Pero, lo que se quiere con esta práctica es despertar, en el corazón humano, la caridad y el reparto, sentimientos que se pueden manifestar no solamente por las donaciones en dinero, sino por una palabra amiga, un consejo, una sonrisa. Compartir lo que se tiene es un buen ejemplo de limosna.
Por consiguiente, el tiempo de la Cuaresma es propicio para que las Conferencias Vicentinas desarrollen campañas en las parroquias, capillas y comunidades, invitando a los fieles para que practiquen la Caridad como señal concreta de ese período durante el cual la Iglesia pide a todos una vida de conversión, de penitencia y de esperanza en la Pascua del Señor.
El mensaje que dejo para los vicentinos de todo el mundo, durante los días de Cuaresma, cuando somos llamados a una práctica más perfeccionada del ejercicio de nuestra fe, es que procuremos vivir un tiempo de aproximación total al Divino, elevando nuestros corazones a Dios por medio del ayuno, la caridad y la oración, Así, nos estaremos preparando para la Pascua del Señor.
Autor: Renato Lima de Oliveira, 16º Presidente General Internacional de la SSVP
Fuente: ssvp.es
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