Is 49, 14-15; Sal 61, 2-9; 1 Cor 4, 1-5; Mt 6, 24-34.
“¿Por más que se preocupen, ¿quién pude añadir una hora a su propia vida?”
No te angusties. “¿Acaso se olvida una madre del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella llegara a olvidarse, Yo no te olvido”, nos dice el Señor por medio Isaías en la primera lectura. Estamos tatuados en su corazón. Dios no padece de Alzheimer, y hasta del más chiquito tiene memoria reciente. Por eso nos dice Jesús: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas les serán dadas por añadidura”.
Te pueden dar el martirio o 22 mil rublos, pero tú busca ante todo el Reino de Dios. Esta historia tiene que ver con Mozart, con Stalin y con el alma y las manos de Marija Judina, la gran pianista rusa. El terrible dictador Stalin escuchó, de ella y por radio, el Concierto K 488 de Mozart, y quedó fascinado. Stalin hizo que le dieran 22 mil rublos, de los entonces. Como respuesta, sabiendo a lo que se exponía, ella le escribió: “Gracias. Rezaré día y noche por usted y pediré al Señor que perdone sus graves pecados contra el pueblo y la nación. Dios es misericordioso y le perdonará. El dinero lo donaré para la restauración de la Iglesia a la que voy”.
Ella, de origen judío, se había convertido a Jesucristo a sus veinte años. La confianza en Dios la sostuvo en medio de aquellas miserias.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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