Gén 9, 1-13; Sal 110, 16-23. 29; Mc 8, 27-33.
¿Y ustedes, quién dicen que soy yo?
En el centro de los evangelios aparece la gran pregunta de Jesús: “¿Y ustedes quién dicen que soy yo?”. Tú, ¿quién dices que es Jesús de Nazaret? Y ateos y agnósticos, filósofos y vendedores de refrescos, Papas y barrenderos, mujeres cineastas o clarisas, herejes, artistas o mineros, y tú y yo, todos se han encontrado con esta pregunta que se debate por los siglos: ¿Quién es para ti Jesús de Nazaret? Es decir, ¿quién eres?
San Agustín escribía: “No lo digo dudando, sino con toda seguridad: yo amo al Señor. Hirió mi corazón con su palabra y le amé. También el cielo y la tierra y todo lo que en ellos hay me dicen que le ame, y continuamente lo repiten a todos, para que nadie pueda excusarse”. Los muchos y sucesivos mártires lo dijeron con su sangre y millones más respondieron poniéndose a seguirlo y a servirlo en los heridos del mundo. Y los pobres, a pesar de las manipulaciones que sufren, lo sienten suyo por los siglos.
Mientras los sistemas políticos de unos signos y otros lo expulsan, miles de hogares lo han tenido y tienen como su centro. “¿A quién iremos, Señor. Tú tienes palabras de vida eterna”. Tú eres lo que yo quiero ser contigo, y eres mi patria, mi camino y mi meta. ¡En esta feria del mundo, qué no me pierda de ti, que contigo avistaremos al Padre!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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