Ver. Juzgar. Actuar. A menudo pensamos en esto como un análisis para la planificación de proyectos. Pero el activismo también se deriva de esto. Una nueva generación de vicencianos en los Estados Unidos ha escuchado la llamada del Evangelio: «¡Fui un forastero y me recibiste!»

En respuesta a la reciente Orden Ejecutiva Presidencial que restringe la entrada de inmigrantes y refugiados, muchos jóvenes Vicencianos se manifiestan y se convierten en activistas.

Le pedí a la ex Misionera Laica Vicenciana y Voluntaria Vicenciana de Colorado Jenna Carbone que nos contara por qué.

Yo protesto porque muchos de nuestros hermanos y hermanas en este condado están asustados ahora, y necesitan saber que estamos con ellos, que pelearemos por ellos. Ellos deben saber que vamos a hablar en voz alta y proteger con firmeza en su nombre. Protesto porque me horroriza que los refugiados que ya han sufrido tanto —hambre, guerra, violencia, disturbios políticos— se alejen de este condado cuando están en su más grave necesidad. Deben saber que lucharemos para proporcionarles un refugio seguro y asegurarles que son necesarios, queridos y recibidos aquí.

Yo protesto porque el mundo necesita ver que los Estados Unidos de América no es un lugar donde la gente piensa como piensa el Presidente Trump. Deben saber que creemos que nuestra diversidad es nuestra mayor fortaleza y que nuestras comunidades son hermosas porque están llenas de diferentes culturas, costumbres e historias.

Yo protesto porque las paredes sólo sirven para separarnos y dividirnos. Nos aferramos firmemente a la creencia de que nuestros vecinos son nuestros más grandes aliados, y simpatizamos con aquellos que buscan entrar en este país al renunciar a todo —familia, amigos, familiaridad— en la pequeña esperanza de encontrar una vida mejor. Protesto porque no voy a ser parte del temor, del odio y de la discriminación. Nos negamos a dejar que la historia se repita bajo nuestra mirada.

Yo protesto porque siento una gran responsabilidad para con el mundo y creo que a aquellos a los que se les da mucho, mucho se les pide. No podemos quedarnos quietos mientras se cometen injusticias con nuestros hermanos y hermanas, ya que todos somos un solo cuerpo. Yo protesto porque creo que la gente puede cambiar.

Marchamos y nos reunimos con la esperanza de que aquellos que vean o escuchen nuestro movimiento se muevan también, que sus corazones se abran para ver el valor que todas las personas tienen.

Protesto porque, como decía Elie Wiesel, «dondequiera que se persiga a hombres o mujeres por su raza, religión o opiniones políticas, ese lugar debe —en ese momento— convertirse en el centro del universo».

Creo que ese momento es ahora.

Con suerte, aquí estaremos de más personas con este tipo de compromiso. A veces decir #YoSoyVicente significa convertirse en activista.