Sof 2, 3; 3, 12-13; Sal 145; 1 Cor 1, 26-31; Mt 5, 1-12.
“Dichosos los pobres de espíritu”
Mateo escribe su evangelio para los judíos. Por eso nos sitúa a Jesús enseñando en la montaña, como Moisés cuando recibió la ley. Ahora es Jesús el nuevo legislador que da a los hombres la nueva y definitiva ley.
Mateo no habla de ocho bienaventuranzas, y Lucas sólo nos presente tres, dirigidas a sus discípulos, mientras que en Mateo Jesús habla a toda la multitud que lo sigue. Son los débiles y perseguidos los llamados. John a la edad de doce años perdió a su padre.
Para su familia sobrevinieron graves problemas económicos. Un día una sociedad de beneficencia ofreció comprarle a John un traje nuevo.
El presidente de la sociedad lo acompañó a una tienda de ropa. El empleado, al saber que se trataba de una obra de caridad, sacó un traje barato y corriente. El acompañante de John, muy molesto, le llamó la atención al empleado.
¿Qué, no conoce usted a este muchacho? Él es John Adamson. Saque usted, por favor, el mejor traje que hay en esta tienda.
Emocionado, John Adamson jamás olvidó este episodio, al que atribuía gran parte del éxito que tuvo en la vida.
Desde entonces he tratado de vivir siempre de acuerdo con la importancia con que mi nombre fue pronunciado aquel día, en aquella tienda.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jorge Pedrosa Pérez, C.M.
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