Heb 10, 32-39; Sal 36; Mc 4, 26-34.
“y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece”
Las parábolas son ejemplos tomados de la vida de cada día que Jesús utiliza para enseñar de manera sencilla la palabra de Dios: No les decía nada sin parábolas”.
Claudio es un miembro muy activo de un club católico. Es simpático, generoso, y de profundas convicciones. Su familia, siete personas, vive apretada en dos cuartos; su padre es alcohólico, dos de sus hermanas son prostitutas.
Un día le pregunto: Claudio, ¿cómo puedes creer en Dios y llevar una vida correcta, viviendo en ese infierno que es tu familia?
Oye, me dijo, te voy a explicar lo que sucedió en mi casa, cuando yo tenía ocho años de edad. Una noche mi padre estaba como siempre, borracho. Yo le tenía miedo y odio a la vez. Aquella noche estaba yo dormido, y mi padre me despertó. Apoyando su cabeza en mi cama junto a mi cabeza, me dijo y me repitió: “Claudio, mi hijo, jamás hagas tú lo que hago yo, ¡soy un infeliz”! Y siguió llorando y sollozando.
Aquella noche aprendí a querer mi padre así como él era. Él me salvó, porque aquella noche él fue sincero conmigo, en sus palabras yo entendí a lo que Dios me invitaba.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jorge Pedrosa Pérez, C.M.
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