Las voluntarias (AIC) • Una reflexión semanal con Luisa

por | Ene 20, 2017 | Benito Martínez, Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

“La divina Providencia ha querido servirse del sexo femenino para hacer patente que era ella sola quien socorría a los afligidos y les otorgaba una poderosa ayuda para su salvación. Las Señoras de la Compañía han conocido las necesidades de los pobres y que Dios les ha otorgado la gracia de poder socorrerlos tan caritativamente que todo París ha quedado admirado, siendo ejemplo para todo el reino. Y si todo esto es patente, ¿no resulta obvia la necesidad de que las Señoras de la Caridad continúen sus funciones? Ciñéndonos sólo a la visita a los enfermos del hospital, se ha podido apreciar un grandísimo bien para las almas que han encontrado medios para su salvación; unos han muerto santamente preparados por la confesión general, otros, después de esa confesión, han salido convertidos, y las Señoras han entrado en el camino de la santidad que es la caridad perfecta, practicada, a menudo con peligro de su propia vida, habiéndose visto a señoras de alta alcurnia sentadas horas enteras a la cabecera de los enfermos para instruirlos en las cosas necesarias para su salvación y ayudarlos a salir de los peligros en que se hallaban”.

Luisa de Marillac, Nota de sobre las Asambleas de las Señoras de las Caridades.

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Reflexión:

  1. Santa Luisa escribe a san Vicente: “Yo había pensado que las señoras más deseosas de esta santa obra fuesen a ver al párroco y le dijeran que, para empezar bien y perseverar, necesitan que haya un buen número de señoras que se asocien para ayudar con dinero lo más que puedan y entregarse con la mejor voluntad a visitar a los pobres enfermos. Al final de la Misa se podrían reunir a las señoras apuntadas, y advertir que todas las que quieran pertenecer, podrán asistir a la Asamblea en la cual se propondrá el Reglamento que rige en otras Parroquias” (c. 8).
  2. San Vicente, en Châtillon, comprendió que él solo no podía erradicar la pobreza, acudió a las señoras y fundó las Voluntarias de la Caridad; pero fracasará, al intentar reunir a los hombres. La sociedad no estaba aún preparada para ellos. Habrá que esperar a Federico Ozanam que, asumiendo las ideas de san Vicente fundará, animado por la Beata Rosalía Rendu, las Conferencias de San Vicente de Paúl.
  3. La caridad se dirige a la persona necesitada, mientras que la acción social no va primeramente al individuo, sino a la sociedad en conjunto para mejorar el status social y las relaciones cívicas entre los hombres. La trabajadora social suele trabajar por un salario, mientras que la Familia Vicenciana ayudan por amor de Dios y solidaridad con los pobres. En Mâcon el ayuntamiento llevaba años intentando solucionar el problema de los mendigos. No lo logró hasta que pasó por allí Vicente de Paúl y en unos meses lo solucionó, por medio de las Voluntarias.

Cuestiones para el diálogo:

  1. ¿Es suficiente el papel que desempeña la mujer en celebraciones, catequesis y en la pastoral social? ¿Por qué no participan en la jerarquía de la Iglesia?
  2. ¿Debemos revisar nuestra apertura a una mayor participación de las mujeres?
  3. ¿La participación de la mujer en la Iglesia es uno de los desafíos más importantes que debe afrontar la Iglesia en este siglo XXI, como reconoce el propio Papa?
  4. ¿Consideras que hay en la Iglesia católica actual suficiente claridad sobre esta cuestión, así como madurez para llevarla a la práctica?

Benito Martínez, C.M.

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