Heb 7, 1-3.15-17; Sal 109; Mc 3, 1-6.
“¿Se le puede salvar la vida en sábado”
Jesús no lo detienen nuestros pensamientos para hacer el bien. Él tiene un criterio mayor: salvar, dar vida; no importa el día y la hora. Abstenerse es matar.
Jesús con sus apóstoles cruzaba el patio de templo de Jerusalén. Un fariseo, llamado Leví, se acercó y le preguntó:
¿Quién te ha dado permiso para andar en este lugar sagrado, sin haberte lavado los pies y las vestiduras ni tú ni tus acompañantes?
Jesús a su vez le pregunto: ¿Y tú, que estás en el templo todo el día, tú si estás limpio?
El fariseo contesto: Yo si estoy limpio porque me lavé en la alberca de David, y estoy cubierto con estas vestiduras sagradas.
Jesús le dijo: Tú te has lavado el cuerpo con agua que quizás estaba llena de microbios; lo más importante es lavar el corazón; yo y mis apóstoles nos lavamos constantemente en esa agua que es el amor de Dios.
Limpiémonos por dentro para actuar con amor y unámonos a la semana de oración por la unidad de los cristianos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jorge Pedrosa Pérez, C.M.
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