Elegido y destinado para dar fruto duradero

por | Ene 18, 2017 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es quien nos ha elegido y destinado para que vayamos y demos fruto.

Tiene elegido Jesús un proceder que rompe esquemas.  A diferencia de los líderes religiosos instalados en Jerusalén, Jesús se retira a Galilea.

El retiro a Galilea manifiesta la valentía de Jesús.  Ha elegido no retroceder ante el espectro de la muerte, a la cual apunta el arresto (literalmente, entrega) de Juan.

Con todo, valiente no es lo mismo que imprudente.  Desde consideraciones de seguridad, el cambio de residencia significa mejor protección para Jesús.  Nazaret está demasiado cerca del centro del gobierno en Séforis.  Cafarnaúm, además, aporta huida fácil hacia Decápolis u otra jurisdicción política (New Jerome Biblical Commentary [1990] 42:20).  Y uno puede escaparse desapercibo por la noche en una barca por el lago de Galilea.

No, no es cobardía huir para sobrevivir e ir luchando otro día.  Con razón afirma un dicho que al que lucha y se huye, a éste se le hace posible luchar más tarde.  Pero no del todo razonable es la segunda parte del dicho.  Ésta dice que el muerto en la batalla jamás resucitará para seguir luchando otro día.

Es que, no obstante la prudencia de Jesús, él reconoce con valentía que, por último, su victoria está en la derrota.  Sometido vergonzosamente a la muerte, resucita gloriosamente.

Es diferente también el proceder de Jesús referente al discípulado.

Jesús invita a los discípulos.  Los líderes religiosos no toman esa iniciativa.  La toma quien quiere ser discípulo.  Y el preferido de los líderes religiosos es el letrado como ellos.  Jesús, en cambio, llama a unos pescadores, e incluso a un publicano.

La invitación de Jesús nos llega, sí, donde nos encontramos.  Pero ser elegido no quiere decir permanecer donde estamos.  Espera Jesús que su elegido colabore en el proyecto del reino de Dios.  Esto, desde luego, supone la conversión.

Convertirnos es, en parte, no querer más de lo mismo.  El Señor de la cosecha llama y manda a toda hora del día obreros a su cosecha.  Trabajar con él es convertirnos en «obreros que trabajen» (SV.ES XI:734).

El elegido acompaña a Jesús en la Galilea de los gentiles.  Es decir, sirve a los en las periferias, a los más desamparados en situación más precaria.

El eligido de Jesús jamás se sirve de la debilidad o pequeñez para excusarse de la mediocridad.  Se siente fuerte cuando débil y ve éxito en el fracaso.  Es como san Vicente de Paúl.  Éste, fiado en la cruz eficaz, atribuye el éxito de las predicaciones en Folleville y Châtillon a la bendición de Dios (SV.ES IX:232).

E intuye el elegido que la Eucaristía es «fuente y cumbre de toda la vida cristiana» (LG 11), como lo demuestra la «procesión» en Châtillon.

Señor, por tu gracia, nos esforzaremos por rendirte todos los servicios y toda la fidelidad que esperas de nosotros (SV.ES IX:332).

22 Enero 2017
3º Domingo de T.O. (A)
Is 8, 23 – 9, 3; 1 Cor 1, 10-13. 17; Mt 4, 12-23

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