Cuando de verdad llega Jesús a nuestra vida, todo cambia.
Reflexión:
Jesús se encarna para vivir nuestra vida. Los cristianos creemos en un Dios que se hace carne, uno de nosotros, que no quiere estar en su cielo, lejano, sino que desea vivir nuestra día a día, acompañarnos en el camino, en nuestras dudas y también en nuestras esperanzas, en nuestros dolores y alegrías, en nuestras decepciones como en nuestros sueños.
Vivir un cristianismo cómodo, de cumplimiento, o de conveniencia (buscando a Dios cuando le necesito) es no entender en absoluto la encarnación: Dios no viene al mundo para que lo «usemos» cuando lo necesitamos; Dios viene al mundo a formar parte de nuestra historia, a ser nuestro compañero, a ser nuestro amigo.
¿Permites que Jesús esté presente en tu vida, como un buen amigo?
Llegaste Tú
Llegaste despacito,
como se acerca el sol a mi ventana,
como la primavera
que cuando más se espera… más se retrasa.
Llegaste de puntillas,
como una bailarina en plena danza…
y haciendo los honores,
llegaste entre dolores y esperanzas,
llegaste porque aquí se abrió una puerta,
llegaste y sin apenas darnos cuenta
nos pusimos a soñar.
Tú, llegaste tú.
Tú y nuestra casa se llenó de sueños.
Tú, llegaste tú,
para quedarte siempre en nuestro corazón.
Llegaste en la batalla
(el humo y la metralla te hicieron llorar),
y mientras te acunaba
sentía que abrazaba así a la Humanidad.
Llegaste con motivos,
llegaste a dar sentido, llegaste a buscar,
igual —seguramente—
que el resto de la gente, la Felicidad.
Llegaste porque aquí se te esperaba;
llegaste y sin apenas decir nada,
juntos fuimos mucho más.
Llegaste porque aquí se abrió una puerta,
llegaste y sin apenas darnos cuenta,
nos pusimos a soñar.
Tú, llegaste tú.
Tú y nuestra casa se llenó de sueños.
Tú, llegaste tú,
para quedarte siempre en nuestro corazón.
Música y letra: Luis Guitarra.
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