Reflexión:

1. En España y en muchas naciones de Latinoamérica la Epifanía es la fiesta de los Reyes Magos, llena de regalos para niños y mayores. Reyes Magos se denominan los visitantes que, tras el nacimiento de Jesús, acudieron desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, porque era Rey; incienso, porque era sacerdote, y mirra, anunciándole su muerte. Eran sabios, hombres de ciencia, astrólogos que conocían el movimiento de alguna estrella y poseían conocimiento de las Escrituras, seguramente por el contacto con judíos que permanecieron en Oriente después del llamado destierro de Babilonia. A través de la historia se ha ido fijando que eran tres, porque tres fueron los regalos, porque representaban a las tres edades del hombre y porque se les consideró originarios de los tres continentes conocidos entonces: Europa, Asia, y de África.
2. Con respecto a los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, las primeras referencias se remontan al siglo V Según una leyenda antiquísima, sus restos se encuentran en el Relicario de los Tres Reyes Magos en la Catedral de Colonia, Alemania.
3. En el libro escrito por el papa Benedicto XVI «La infancia de Jesús», se dice: «los hombres sabios de Oriente se han convertido en reyes, y con ellos han entrado en el pesebre los camellos y los dromedarios», «los Magos son de Oriente, pero en esa inquietud por buscar a Dios están representados los hombres buscadores de Dios de todos los lugares y de todos los tiempos».
4. Santa Luisa nos propone en esa meditación que nosotros, cuando visitemos un Nacimiento, le ofrezcamos a Jesús la limosna en vez del oro, el ayuno en vez de la mirra y la oración como incienso. Limosna hoy día no suena bien, pero es maravillosa la realidad de desprendernos de lo nuestro para ayudar al necesitado. Tampoco agrada la palabra ayuno, pero sí la palabra aguante, aguantar las deficiencias de quienes están a nuestro lado. La oración es de siempre.