“Decidió repudiarla en secreto”
Is 7, 10-14; Sal 23, 1-6; Rom 1, 1-7; Mt 1, 18-24.18
Sin palabras hinchadas o solemnes, sin rimbombancias ni relámpagos, así sencillamente nos narra Mateo que “María esperaba un hijo”. Y lo esperaba antes de vivir con José. ¿Fue la noche oscura del amor de san José? “No temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”, le dice el ángel en sueños.
De hecho, en el evangelio de Marcos, los paisanos de Jesús lo llaman “el hijo de María” (Mc 6, 3). No le dicen el hijo de José, como era lo obligado según la costumbre bíblica. Tampoco le dicen un hijo de María o uno de los hijos de María, sino, con toda verdad, “el hijo de María”. El único.
Y José acogió a María con todo su corazón y con toda su vida. Es el sencillo, el justo, el callado, el que no sale en la foto, pero que está detrás arrimando el hombro diariamente. Dice el documento Aparecida, 32: “Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo”.
Y José gozó de esta dicha. Qué él nos ayude a que también sea nuestra especialmente en esta próxima Navidad.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
0 comentarios