Luisa de Marillac: Conversión en Adviento

por | Dic 9, 2016 | Benito Martínez, Cuaresma, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Ayunaré todos los viernes del año, el Adviento y la Cuaresma, todas las vísperas de las fiestas de Nuestro Señor, de la Virgen, de los Apóstoles y todos los demás ayunos mandados por la Iglesia. Desearía hacer ocho o diez días de Retiro dos veces al año, a saber, en los días entre la Ascensión y Pentecostés, y en Adviento.

Luisa de Marillac, Reglamento de vida de santa Luisa, siendo viuda de 36 años y aún no había fundado la Compañía.

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Reflexión:

  1. La Iglesia tomó la palabra Adviento o Advenimiento del latín, usada para celebrar la venida de los dioses a sus templos. Pero, como el Dios de los romanos se hacía presente en el emperador, el culto imperial celebraba al Dios que aparecía en la figura del emperador, y el pueblo saludaba su visita a tal ciudad como un Advenimiento de su Dios presente en el emperador. Para los primeros cristianos Jesús hará también su venida al final de los tiempos. En el siglo IV, en España y Francia comenzaron a celebrar la venida de Jesús el día de Navidad. De España y Francia pasó a toda la Iglesia. Y para preparar esta Venida, advenimiento o adviento de Jesús que nacía en Belén, la Iglesia pedía a los cristianos que se prepararan con una conversión, durante cua­tro semanas.
  2. En la Biblia, cuando los profetas hablan de conversión, suponen tres momentos: El primero implica un cambio de mente, el segundo añade un cambio de voluntad, y el tercero, un cambio del actuar en la vida práctica. Una conversión profunda y sincera comienza por mirar nuestro pasado que no nos gusta, nos duele y brota el pesar de no haber obrado conforme al querer de Dios, y nos acercamos al sacramento de la Penitencia, a la confesión. Es el cambio de mente. Viene luego el pro­pósito de buscar en adelante una forma de vida diferente, conforme al seguimiento de Jesús. Es el cambio de voluntad. Ya sólo queda practicarlo de tal manera, que quien nos vea después de la conversión, de la confesión, concluya que hemos cambiado. Convertirse un vicentino supone cambiar el corazón de piedra por otro de carne que se compadezca de los pobres.
  3. Los personajes centrales para la conversión en el adviento son Juan Bautista y María. Cada uno de ellos expone un motivo para la conversión. El grito del Bautista: «Preparad los caminos del Señor», es en una invitación a la conversión, porque ha llegado una etapa nueva, que nos exige cambiar la sociedad por otra más justa y pacífica, llamada Reino de Dios. María escucha, de parte de Dios, ¡alégrate! y también hemos de escuchar nosotros, porque podemos sufrir injusticias y reveses, pero Dios está con nosotros. No se trata de un optimismo forzado ni de un autoengaño infantil, sino de una convicción: “Hemos sido agraciados por Dios que es Amor”. Se trata de una alegría que brota de la fe en que Dios nos acompaña y está con y en nosotros, la alegría de saber que Dios nos acoge como a hijos y nos convierte en hermanos unos de otros.

Cuestiones para el diálogo:

  1. ¿Hacemos sitio a Dios en nuestra vida?
  2. ¿Qué significa para ti, vicenciano, ser solidario?
  3. ¿Dejas nacer, entrar a Dios en tu vida? ¿No necesitas a Dios? ¿No necesitas que Dios nazca de nuevo en ti, que brote con luz nueva en tu conciencia, que se abra camino en medio de tus luchas y contradicciones?

Benito Martínez, C.M.

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