Como niños caprichosos
Is 48, 17-19; Sal 1, 1-6; Mt 11, 16-19.
Vino Juan Bautista, penitente, asceta y lleno de urgencias, y dijeron: no puede ser, es demasiado adusto. Viene Jesús que se sienta a la mesa con los pecadores, y dicen: no puede ser, es demasiado humano… Así es esta generación, dice Jesús, como un grupo de niños caprichosos.
¡Siempre tienen excusas!
Si el animador del grupo parroquial escucha a la mayoría, es muy lento, dicen. Si no lo hace, es un dictador. Si anima a manifestarse a favor del matrimonio natural, ¿para qué se mete en eso?, dicen. Si calla y mira para otro lado, es un cómplice…
Estamos ante este tipo de “católico” que vive en la cultura de la queja y de la excusa. Ningún grupo es adecuado para que él participe. Ningún curso de formación en la fe le sirve. Ante cualquier iniciativa sólo se le ocurren las dificultades, pero nunca aporta soluciones. ¿Se ha creado un grupo juvenil? En lugar de animar a los jóvenes, sólo sabrá comentar:
¡Veremos cuánto duran! Aparece una agrupación dedicada a una necesidad no atendida, pues bien, este católico o esta católica sólo verá en ella el peligro de que le haga sombra a la suya y pondrá en el camino de los otros todas las dificultades posibles. Eso sí, rebozadas de aparentes bondades y celos por el bien de los demás.
¡Cúrame, Señor, de mis prejuicios y excusas. Ayúdame no creerme tu director espiritual para decirte cómo tienes que hacer las cosas!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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