“Preparad el camino del Señor”
Is 11, 1-10; Sal 71, 2-17; Rom 15, 4-9; Mt 3, 1-12.
Juan Bautista irrumpe como una tormenta que llega del desierto para aguijonear a los cómodos sedentarios.
¿También a ti y a mí? “¡Conviértanse, preparen el camino del Señor, no se hagan ilusiones, el árbol que no da fruto será talado y arrojado al fuego…!”.
Puedes acusar a Juan Bautista de temperamental; no puedes acusarlo de “mediocampista” entre el sí y el no, de acariciar los oídos de las vidas aburguesadas según el viento que sopla. “Él era antorcha que ardía y alumbraba” dirá de él el cuarto evangelio (Jn 5, 35). No es un creyente adormecido o asimilado por el mundo.
Vive su vida a pleno pulmón y a pleno pulmón anuncia que llega el que “tiene el bieldo en la mano”, el que “los bautizará con agua y Espíritu Santo”, y que ya no es tiempo para las diplomáticas excusas, ni para hacerse falsas ilusiones o prórrogas. “¡Conviértanse, está cerca el Reino!”. Ya no te entretengas en echar las culpas a los demás. ¡Hoy es nuestro día de gracia y de cambio!
San Lucas (3, 1) sitúa la misión de Juan en el “año quince del emperador Tiberio”. No estamos en el “érase una vez” de los cuentos. Estamos en las historia.
Ahora, Señor, que nos preparamos para celebrar el misterio de tu encarnación y de tu Navidad, ¡danos la dicha de no desperdiciar esta oportunidad de acogerte!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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