La dulce presencia de María en nuestra vida • Historias de la Virgen Milagrosa

por | Nov 27, 2016 | Asociación de la Medalla Milagrosa, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Hoy la Familia Vicenciana saluda con especial cariño a la Virgen en su advocación de «Milagrosa».

Las semanas pasadas os invitábamos a contar historias, tu historia o la de los tuyos, con la Virgen Milagrosa. No reflexiones, sino vivencias. Estamos seguros de que hay muchos gestos de amor y confianza en la Virgen dentro de nuestra Familia Vicenciana. Y compartirlas es otra manera de hacer familia.

Y muchos responderon rápidamente. Y os damos a todos las gracias por contestar. Finalizamos esta serie con varios relatos que hemos recibido, y que agrupamos porque el tiempo se terminó.

¡El año que viene continuaremos!

Nuestra dulce Madre siempre ha estado conmigo, mi familia y mis hermanos en Cristo, protegiéndonos.

Hace 7 años acababa de comprar mi esposo un auto, un Yaris, que lo bautizamos como el «MEDALLA  MÓVIL» porque en él visitamos enfermos y acudíamos a la Catequesis, y llevaba a nuestras hermanas a sus casas después de la Santa Misa… Unos meses después, en Semana Santa, el «DOMINGO DE RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR», salí de Misa, llamé a mi esposo para que viniese a por mí. Dos cuadras más adelante se nos atravesó un taxi desde otro carril. El impacto hizo que el carro diera vueltas, yo vi cómo el carro se iba de lado y como la Virgen levantaba el carro y lo ponía del lado correcto (como si lo bajara). Mi esposo maniobró a tiempo, con prudencia y calma, y el auto se paró. En ese momento se acercó un joven a ayudarme, abriendo la puerta del auto. Bajé, quise sacar mis cosas, pero la puerta ya no abrió. Cuando busque al joven para darle las gracias ya no estaba.

Antes de todo esto, cuando yo ví que el taxista nos iba a impactar, pedí la ayuda a NUESTRA DULCE MADRE DE LA MEDLLA MILAGROSA y a MI ÁNGEL DE LA GUARDA. El «MEDALLA MOVIL» tuvo que ir al taller por el impacto tan fuerte en la puerta. Yo tuve una leve lesión en el cuello, pero GRACIAS A DIOS Y NUESTRA DULCE MADRE SALIMOS BIEN, Y EL CARRO SIGUE SIRVIENDO A NUESTRO APOSTOLADO… Soy Coordinadora Regional de AMM (Región #4) en Veracruz.

Varias veces me han aconsejado dejar la AMM, por motivos de conflicto con mis compañeras (algunos muy fuertes), pero Nuestro Señor Jesús, Nuestra Dulce Madre nos necesitan en Nuestra Asociación. Gracias a Dios con el tiempo se han limado asperezas y estamos trabajando con más unidad… y mi Ángel de la Guarda me auxilia en todo momento.

«GRACIAS A DIOS y NUESTRA DULCE MADRE» puedo dar este testimonio.

Juani García

Me llamó Gloria Elsy Alvarez Quintana soy colombiana desde varios años soy hija de María.

Hace un año soy consagrada a la Virgen de la Medalla Milagrosa, junto con el grupo comunidad misionera Vicentina de Medellín (Antioquia) ya que pertenezco al grupo desde 1 año y medio.

Ya que tuve un sueño con la virgen me uní al grupo por el sueño me siento muy contenta por hacer parte del grupo.

Gloria Elsy Alvarez Quintana

Buenas tardes, me llamo José Rito Gómez, soy de corrientes Argentina, tengo 37, necesito oración por mí, la depresión me tiene mal, no doy más, le perdí el sentido a la vida, intenté quitarme la vida, la Virgen me salvó, soy devoto de ella, la amo en todas sus advocaciones, pero más en la de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa…

José Rito Gómez

Nunca te falta una Medalla Milagrosa si has crecido en Irlanda. ¡Agarrada a tu chaleco, con un perno de cobre amarillo de seguridad, podía permanecer allí seguramente a través de las numerosas coladas a mano! Mi abuela se burlaba de que mi nombre, el que también era de una reina celta, era pagano, y mi mamá se reía y decía «seguro, eso ella también le pusimos el nombre de María en su bautismo – Salve Reina Santa». No nos quedó ninguna duda sobre el valor de los signos y símbolos que nuestra Santísima Madre cuidaba de todos nosotros y anticipábamos emocionadamente el regreso de la abuela de Lourdes, con el regalo de una medalla en una cadena. Por un día, en la escuela de Coombe desfilábamos con nuestra posesión preciada y nos sentíamos Reinas por un día. Tal fue nuestra devoción a María, fue una insignia de orgullo llamarnos Hijo de María, y siempre nos sentimos seguras y nutridas por su presencia eterna.

Deirdre Mary

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