“Llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra”
Mal 3, 19-20; Sal 97, 5-9; 2 Tes 3, 7-12; Lc 21, 5-19.
Nada de lo que hacemos o construimos es indestructible, antes de tres mil millones de años nadaquedaráde lo que existe en nuestro pequeño planeta, nos aseguran los astrónomos.
Sólo el amor que ponemos puede contra el tiempo. Sólo la resurrección vence a lamuerte. Y nada ni nadie podrá contra el amor que Dios nos tiene. Nos pide que, ahora, lo alimentemos y lo testimoniemos.
Eran tres jóvenes alpinistas. Escalaron la montaña hasta la gran altura. Sabían mucho de nieve y de cuerdas. Una tarde, cuando más lejos estaban del refugio, estalló una terrible tormenta. Los alpinistas no podían regresar al refugio. Por casualidad, encontraron cerca una cueva, y allí pasaron embargo la tormenta siguió y siguió noche tras noche y día tras día. No tenía fin. Los alpinistas estaban sin esperanza. Y pronto comenzaron a inculparse unos a otros por la imprudenciacometida, por el hambrequelos acosaba, por el frío, por todo. Sus relaciones se deterioraban cada día que pasaba. Tarde llegaron los socorristas. Cuando entraron a la cueva, encontraron tres cadáveres.. Después de recogerlos respetuosamente, revisaron la cueva por si hallaban alguna señal que hubieran dejado. No encontraron nada. Pero, de pronto, se llevaron las manos a la cabeza sorprendidos: en un rincón apartado de la cueva, encontraron un bolso grande con medicinas y alimentos. Alguien los había dejado allí en previsión de que algún futuro alpinista pudiera tener problemas. Pero ninguno de los tres jóvenes lo había visto. De tanto inculpase unos a otros, no tuvieron tiempo para revisar murieron agotados, congelados y hambrientos, teniendo, a unos pasos, las medicinas y los alimentos… Hoy, domingo, a tu lado tienes a Jesucristo y a la comunidad en la Eucaristía. ¿Nos sucederá como a los alpinistas que no descubrieron el alimento?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
0 comentarios