“Jesús notó que los invitados trataban de ocupar los puestos de honor”
Flp 1, 18-26; Sal 41; Lc 14, 1. 7-11.
Jesús observa que en la mesa de nuestras relaciones siempre buscamos sobresalir y ocupar los primeros puestos. Pero en la mesa de Jesús todos los que se sientan se han de comportar como hermanos e iguales entre ellos.
El documento latinoamericano “Aparecida” nos recuerda que en la comunidad de los seguidores de Jesús, en la Iglesia “hay comunión en el amor. Esta es su esencia y el signo por el cual está llamada a ser reconocida como seguidora de Jesucristo y servidora de la humanidad. El nuevo mandamiento es lo que une a los seguidores entre sí, reconociéndose como hermanos y hermanas, obedientes al mismo Maestro, miembros unidos a la misma cabeza y, por ello, llamados a cuidarse los unos a los otros”.
Pidamos a Jesús, que en la mesa de la Eucaristía, aprendemos a no ser ajenos a los sufrimientos de aquellos que no tienen el alimento suficiente para vivir con dignidad.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: Alicia Gamboa, H.C.
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