“Jesús le dijo: « ¡Excelente respuesta! Haz eso y vivirás. »”
Gal 1, 6-12; Sal 110; Lc 10, 25-37.
El buen samaritano nos enseña que una vida bien vivida no se desperdicia porque no se centra en ella sino en los demás. Esta es la experiencia de Ric Elías. Su avión estaba a punto de estrellarse y, mientras eso sucedía, aprendió tres cosas:
1º “Aprendí que todo cambia en un instante… pensé en toda la gente a las que quería llegar y no lo hice, todas las experiencia que he querido tener y no las tuve… Ya no quiero aplazar nada en la vida”.
2º “Sentí un gran pesar… en mi humanidad di lugar a mi ego y lamento el tiempo que desperdicie en cosas que no importaban con gente que si me importa… mi esposa, mis amigos, la gentes… en dos años no he tenido una pelea con mi esposa. Ya no trato de tener la razón, elijo ser feliz”.
3º Pensé “ojala pudiera ver crecer a mi hijos” y comprendí que la única meta de mi vida, era ser un buen padre.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: Alicia Gamboa, H.C.
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