Día Vicentino de ayuno y oración
Martes, 27 de septiembre de 2016
Los Vicentinos llevamos la misericordia — Dios siempre llega a tiempo — Dios nos llama a abandonar — Los Vicentinos damos gratuitamente
Los Vicentinos llevamos la misericordia — Cuando nuestros corazones no están totalmente entregados a Dios, no estamos realmente comprometidos con la santidad. La misericordia viene de más adentro del alma y el corazón. Aquí es donde ocurren cambios reales. Nosotros, como Vicentinos, llevamos la misericordia cada día y no juzgamos. Dios ha puesto este regalo en nuestros corazones y nos pide que lo llevemos a los demás. Así que lo hacemos. Nosotros somos diferentes a otras organizaciones. Estamos llamados a servir y los pobres son nuestros maestros. Así que tratamos de escuchar sus historias y no de controlarlos. Esto es difícil a veces, pero es más recompensante. Yo tengo una familia a la que he escuchado y rezado por ella por más de 7 años. Hablamos, sugerimos como podemos hacer algunos cambios y cómo podemos ayudar. Pero más que todo, hablamos sobre la crianza de los hijos y rezamos — musulmanes y católicos. Ella siente calidez cuando rezo con ella. Ella dice que yo soy más que su amiga, que soy su familia. La conocí el día que murió su madre, ella me abrazó y lloró. He estado con ella siempre desde aquel día y somos familia. Yo de verdad siento que sus hijos son mis nietos, y yo les hago dibujo y pintamos juntos. Ellos me hacen bellos dibujos y ahora Tony también forma parte de su familia. Yo sé que esto no es posible con cada familia, pero nos podemos dar a los que nos quieren recibir. No siempre se trata de dinero y comida. Se trata de notar sus problemas y dar lo mejor. Nuestro trabajo como Vicentinos es llevar la misericordia y Dios es misericordia y esta siempre con nosotros.
Dios siempre llega a tiempo — La respuesta de Dios a nuestras oraciones llega en el tiempo exacto y es la más amorosa. De verdad que el tiempo de Dios es perfecto. Recuérdelo siempre. Nunca estamos solos. Todo lo que hacemos por los demás, lo hacemos por Dios. El éxito le pertenece a Dios y a Su tiempo. Nuestros corazones y mentes deben confiar en Dios. Somos instrumentos de Su amor y Su amor siempre está allí. Nosotros somos quienes o debemos tener siempre presente. Por eso es que necesitamos ayuno y oración. El ayuno no es solo en la cuaresma, debemos ayunar regularmente para escuchar el mensaje de Dios. Debemos ser pacientes porque todo pasa cuando Dios lo decide. Ayunar es acercarse a Dios y mantenerlo en nuestros corazones. Ayunar comida o lujos es una cosa, pero lo mejor es ayunar críticas, chismes y juicios. Cuando ayunamos, rezamos profundamente y Dios está con nosotros en nuestra toma de decisiones. Esta es la mejor manera de servir a los pobres. Él nos cura en su momento y nos usa para servir y amar a los más necesitados. Si no ve los resultados, rece y confíe en Dios. Él sabe exactamente cuándo curarlo. Por eso es que nos hacemos amigos de nuestros amigos pobres. No podemos pensar en ellos como en una cruz, pero debemos elevar cada visita a Dios. Él trabajará con nosotros y las cosas se arreglarán es su momento y el cambio en ellos será permanente. Dios responde a nuestras oraciones y a las de los que servimos. Somos sus hijos y debemos ser pacientes. No podemos abandonar a nadie. Todos somos una obra en construcción y Dios sabe lo que necesitamos y nos cura en el momento correcto. Ore y deje que Dios trabaje a través de nosotros.
Dios nos llama a abandonar — Solemos escuchar: “¡No abandones!”. Es muy cansón cuando nos guardamos las cosas. Errores que hemos cometido. Palabras que hemos pronunciado, palabras de rabia hacia los demás. Debemos abandonar los problemas, miedos y fallas. Déjeselos a Dios. Mi frase favorita es: “Llévelo a la cruz”. A veces se siente mucho alivio, esto nos puede hacer temblar. Cuando somos sinceros, Él lo sabe y nos da la paz que necesitamos para continuar. Dejárselo a la cruz con verdadera sinceridad es un signo del sufrimiento de Jesús. Sufrimos cuando nos quedamos con las cosas, Jesús siempre nos quiere ayudar. Rezamos a los pies de la cruz y Le pedimos que se lleve nuestro sufrimiento y nos perdone. Cuando aprendemos de nuestro sufrimiento podemos usar este conocimiento para mejores cosas, y para hacer santos a nuestra familia, amigos y nosotros mismos. Entonces, déjele todo a Dios. Él nos llama abandonar y nunca nos falla. “El amor nunca falla (1 Corintios 13:8). Lo que Dios ha creado, nada lo puede destruir o llevárselo. Él de verdad nos ama tanto; nos dio Su Hijo quien murió en la cruz por nosotros. Así que por eso es que nos pide que “abandonemos”. Debemos abandonarnos a Él. Yo tengo una crucecita que cargo en la mano y la toco y siento su curación cada día. Yo sé que soy una pecadora, todos somos pecadores y necesitamos abandonar. Abandonarnos a Dios. Es lo correcto. Y sabe que se sentirá mejor, porque es amor — amor verdadero de Dios por nosotros y los que servimos.
Los Vicentinos damos gratuitamente — Dios nos da cosas gratuitamente cada día. Una cosa que debemos hacer en nuestra libertad es rezar y dar nuestro amor, tiempo y servicio gratuitamente a los hijos necesitados de Dios. Rezándole a la Virgen María, nuestra querida Madre y Reina de la Paz para pedir que interceda por nosotros ante Su amado Hijo, para que podamos recibir la gracia de la paz en nuestros corazones y nuestras mentes, para que Dios nos la otorgue a nosotros y a los que servimos. Debemos perdonar a nuestros enemigos y rezar por ellos. Mi abuela siempre me decía que rezara por lo que me habían lastimado y que le pidiera a Dios que les diera lo que yo mas quería. Yo no entendía esto porque no era ni adolescente, pero mantuve estas palabras en mi corazón y yo soy la que pide perdón cuando he herido a alguien. También tengo que perdonar a los que me han herido. Yo no soy perfecta. No soy una santa, pero estoy en entrenamiento y cometo muchos errores. Sé que Dios me llama y mi trabajo es dar gratuitamente a los que Dios pone frente a mí. Regalamos nuestro tiempo y el éxito es de Dios. Él nos enseña y nos guía y por eso nos damos gratuitamente a los demás. Él es el Dios de la Misericordia y nosotros somos Sus sirvientes. Dios nos dará los créditos que merezcamos. Nos dirá: “Bien hecho, sirviente bueno y de fe” y esta es nuestra recompensa. Él nos ayuda en todo lo que hacemos. Él nos enseña y nos guía a dar gratuitamente. Sentimos Su presencia en cada visita y vemos a Jesús en los rostros de los que servimos y en nuestra familia Vicentina y parroquial. Agradézcale diariamente por todo lo que le da y siga adelante donando su tiempo, talento y tesoros a Jesús, Hijo de Dios. Usted será el ganador y sepa que vive su rol como Vicentino y discípulo para dar gratuitamente.
Bendiciones,
Lynn
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