Como un pastor, como una mujer, como un padre
Ex 32, 7-11. 13-14; Sal 50, 1-19; 1 Tm 1. 12-17; Lc 15, 1-32.
Hay dos parábolas de Jesús –en el evangelio de san Lucas– que me llenan de asombro y de alegría (y de vergüenza, por lo escasamente que las vivo). Una responde a “¿Quién es mi prójimo?” (Lc 10, 25 ss). La segunda responde a ¿Quién y cómo es Dios para con nosotros?, y viene en el evangelio de este domingo.
Los fariseos protestaban porque Jesús se reunía a comer con publicanos y pecadores. Y Jesús les responde: Yo actúo así porque así es Dios para con nosotros. ¿Quieren saber cómo es?
Es como un pastor que busca a la oveja perdida y amorosamente la carga sobre sus hombros; es como una mujer que perdió una moneda y busca y rebusca hasta encontrarla; es como un padre que espera y busca a su hijo rebelde, superficial y perdido, y lo abraza y lo besa y le da un festín al recuperarlo, y que busca igualmente a su otro hijo rutinario, leguleyo y de seco corazón y también lo invita a su banquete festivo. Es el Amor, el Amor incondicional, el que te ama y quiere levantarte de tus caídas o de tus rutinarias excusas.
Tú, Señor Jesús, nos revelas el rostro misericordioso del Padre, ¿por qué nosotros lo desdibujamos tanto y lo ensombrecemos?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
0 comentarios